Colección Joly, legado histórico de la Tauromaquia

_DSC0741Federico Joly Höhr vivió 68 años durante los que, entre otras cosas, fue capaz de coleccionar importantes documentos sobre la historia de Cádiz, la Constitución de 1812, autógrafos de reyes españoles, cartas náuticas, y ediciones príncipe de los autores de la generación del 27

El coleccionista paciente.

Hombre reservado y generoso con sus amigos, encontró en la Tauromaquia una de sus mayores pasiones, y disfrutó buscando y adquiriendo carteles, entradas, cartas, contratos, tratados relacionados con el arte de torear y cuantos motivos inspiraran su alma de torero.

Bibliófilo confeso, persona de amplia cultura, abogado y periodista, tuvo el honor de conocer a personalidades de relieve en el ámbito cultural, como el premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez, a quien regaló en su última visita a Cádiz un ejemplar de la primera edición de la Carta Magna de 1812

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Su concepto del coleccionismo rayaba en la perfección, pues a la cuidada selección de los objetos conseguidos añadía un matiz relevante: trataba siempre de lograr dos ejemplares. Sin embargo el segundo no estaba destinado a la venta con beneficio, si no a homenajear a algún amigo que suspirara por la pieza.

Oriundo de Francia, país que abandonaron sus bisabuelos en 1820 para instalarse en Cádiz, Federico Joly fue heredero que la tradición periodística familiar, dirigió El Diario de Cádiz, fundado en 1867, hasta su muerte en 1999, dejando un importante legado empresarial y cultural que le mantiene vivo en la memoria de muchos gaditanos.

La colección de la Fundación Joly descansa hoy, algo atacada por la humedad de la bahía, en el Centro Reina Sofía de Cádiz, que puede ser visitado previa cita telefónica, si bien los fondos de la Fundación no se exhiben, salvo en ocasiones especiales.

El Centro se encuentra ubicado en un edificio Neoclásico y luminoso construido 1758 y situado frente al Baluarte de la Candelaria, en una zona castiza de amplia tradición gaditana.

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El equipo de Toro Cultura es recibido amablemente por los señores Lacave y Orgambide, conservador del museo y periodista experto en la historia de la ciudad, dispuestos a mostrar el tesoro de papel para disfrute de nuestros lectores y seguidores. Las luces claras de la mañana, la frescura de la brisa y el suave rumor del mar generan el clima perfecto para indagar en carpetas, observar grabados y escrutar anaqueles en los que encuentra acomodo uno de los fondos taurinos más sugerentes de Andalucía.

La colección, amplia, bien organizada y conservada, puede dividirse en cinco ámbitos diferenciados: carteles e impresos promocionales; documentos históricos; entradas; periódicos y revistas; y libros. Cada categoría está integrada a su vez por cientos de referencias, algunas de inusual riqueza, otras piezas únicas, auténticos eslabones de la cultura de la Tauromaquia.

Revistas y periódicos singulares:_DSC0727

El fondo dispone de ejemplares de las revistas decimonónicas “El látigo”, “Carta Tauromáquica”, “El enano” y “Frascuelo” entre otras; cauce de críticas, muchas veces furibundas y marco para la confrontación de partidarios y detractores de toreros como “El Tato”, “Lagartijo”, “Frascuelo” o “El Guerra”.

La hemeroteca incluye, como es natural, todos los números del “Diario de Cádiz”, que totalizan casi cincuenta mil, cuya primera entrega se hace eco de la grave cornada sufrida por Bocanegra horas antes del estreno de la cabecera.


Documentos históricos:

La colección dispone de auténticas joyas, volúmenes muy difíciles, como la edición príncipe de la Pragmática Sanción de Carlos IV, prohibiendo los toros, editada en Valencia en 1790. Brilla de modo especial el contrato suscrito por el rey

_DSC0742Fernando VII que le otorga la propiedad de parte de la vacada de Vicente José Vázquez, que luego sería de Veragua, así como la crónica manuscrita del traslado a Aranjuez desde Andalucía de las reses en un largo y difícil desplazamiento. Éste trabajo fue encargado al picador Sebastián Mínguez, hombre de vida azarosa muerto por un toro con más de 70 años, e incluye el diario, los itinerarios, la relación pormenorizada de gastos, los salarios pagados a los vaqueros, así como otras referencias precisas que ilustran el modo de vida de los españoles a principios del siglo XIX.

Otro documento de enorme valor histórico son las pruebas de grabado de la Tauromaquia de Hillo, hito de la preceptiva taurina universal, que fueron impresas en Cádiz por Bosque.

Conmueve contemplar un contrato suscrito por Hillo el 2 de mayo de 1801 para torear en Aranjuez alternando con José Romero y Antonio de los Santos. Tal vez ese sea la última firma estampada por el torero sevillano, puesto que nueve días después se encontraría en Madrid con Barbudo, toro que le daría muerte.

 

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Entradas evocadoras:

La historia de la tipografía taurina ha sido una carrera por lograr la máxima sofisticación para dificultar la falsificación de lo boletos. A eso se une un inusual gusto por los detalles que llega a conformar billetes armónicos, fruto de la inspiración de los diseñadores que hoy causan admiración entre los profesionales de la ilustración. Motivos como barcos, astros, toros, toreros, perfiles geométricos, edificios o paisajes son tratados con delicada armonía hasta componer imágenes por si solas sugerentes._DSC0746

El señor Joly coleccionó cientos de entradas, algunas de ellas de plazas y momentos emblemáticos, inauguraciones de los cosos, tardes en lugares exóticos y fechas inevitablemente fatídicas, como la tarde fatal de Manolete en Linares en 1947.

La colección muestra también un recurso en desuso y poco conocido, como son los boletos impresos en la imprenta médica con contraseña para entrar y salir, como por ejemplo “Un beso” y “Morir”

Este ardid, según los organizadores, era la mejor garantía para evitar intrusiones en los espectáculos, tanto taurinos como musicales y teatrales.

 

Carteles e impresos promocionales prodigio de la ilustración:

Pese a que Federico Joly, lejano a la mitomanía, jamás manifestó su militancia a favor de diestro alguno, la acumulación de reliquias relacionados con Pepe-Hillo hace pensar que profesaba por él una admiración especial. No puede faltar en una colección de este rango el cartel anunciador de la corrida en que el diestro sevillano encontró la muerte en la plaza de la corte en el primer año del siglo XIX, ni una serie de grabados conmemorativos de la cogida trágica de Hillo en Madrid, en base a dibujos de Juan de la Cruz.

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En otra esfera se encuentran carteles anunciadores de trenes especiales para asistir a corridas fuera de Cádiz organizados para facilitar a los aficionados el seguimiento de ganaderías y toreros de la tierra.

Avisos de sustituciones de toreros e incluso banderilleros como “El Cuco”, muy querido en esta tierra, cuya ausencia injustificada era causa suficiente para una trifulca.

La vida gaditana es pródiga en anécdotas y se encuentra habitada por personajes muy diversos, algunos consumados artistas, otros con aureola de héroes, pocos con perfiles siniestros. Tal es el caso de Francisco del Pino, “Sanguijuela”, aficionado práctico amigo de Montes de quién llegó a ser mozo de estoques, poseedor de un estanco en la calle nueva donde vendía tabaco, sal, pólvora y sanguijuelas. Cuando se acercaba al medio siglo de vida descubrió su vocación taurina y se anunció en plazas locales con muy escaso éxito, lo que le convirtió en blanco fácil de la guasa local. Su estilo era espantoso y su técnica tan discreta que más de un día se clavó el estoque, causándose severas hemorragias. Todo ello no fue óbice para que creara su propia escuela de Tauromaquia de la que salieron algunos toreros de cierto reconocimiento.

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Libros imprescindibles:

Custodiados por finos enrejados, apoyados en anaqueles de maderas nobles, situados en lo más recóndito de las sala, descansan los libros. Conforman una armónica colección de títulos de los siglos XVIII, XIX y XX que evidencia el conocimiento y el criterio de Federico Joly, así como el amor al libro y a las artes propias de su creación.

Reseñar lo más selecto de entre varios miles de volúmenes resulta complicado, si bien hay cinco obras, todas ellas en su edición príncipe, que despiertan la admiración de los aficionados y son objeto de deseo de cualquier coleccionista.

Un bello ejemplar, excelentemente conservado, de “La Tauromaquia” de Pepe-Hillo (1796), muestra su breve lomo en piel curtida en una balda alta.

“La Tauromaquia” de Montes, publicada por primera vez en 1836, se encuentra dos estantes más abajo, exhibiendo en su interior el retrato de Paquiro realizado por Cavana en base a un daguerrotipo.

“El toreo” de Sánchez Neira escrito en 1879, dividido en dos volúmenes de lomo grueso y nervios dorados.

El más romántico de los libros de toros, el codiciado Bedoya, publicado en 1850 cargado de magníficas litografías es, posiblemente, uno de los ejemplares más bellos que se hayan encuadernado en su siglo.

“El espectáculo más nacional”, del conde de las Navas, libro de referencia de 1900, nutrido de profundas reflexiones sobre la fiesta en los albores del siglo XX, muchas de las cuales permanecen vigentes en un momento tan convulso como el actual.

La vigencia de una gran colección:

La colección Joly recoge casi tres siglos de cultura taurina, encarnada en bellos objetos respetados por el tiempo, aromas a celulosa, vainilla y tintas añejas, que debe difundirse para comprender el presente de la Tauromaquia y encarar el futuro con garantías.

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