Corrida de toros

Salían los toros de la a coronada de chiqueros con sus capas entrepeladas, degollados, con hocico de rata, finura de cabos, ojos de azabache, con romana y alzada, cuatro de ellos veletos; escrutaban el albero y se arrancaban con alegría a cuanto por allá se moviera, rematando en burladeros con saña y revolviéndose con agilidad felina en busca de lo que en su viaje sabían dejarse atrás. Inasequibles a la fatiga y menos aún al desánimo plantaban cara en busca de lidiadores, cada uno según su estilo, en todos los tercios, llegando a la muerte con la boca cerrada, vendiendo cara su vida, dando la sensación de que aún podían seguir lidiando al menos otra faena más.

Corrida de toros en la más precisa acepción del término, encastada, variada en su comportamiento, dura de pezuña y en algunos casos noble.

La terna que hubo de despachar semejante encierro no se arredró, pues hizo el toreo que la condición de los toros exigía, con una determinación encomiable, y en el caso de Emilio de Justo pureza y hondura en los cites y la resolución de los embroques. Mucho ha tentado en Las Tiesas este matador, pues conoce el temperamento de los de Albaserrada como nadie, maneja terrenos y distancias, toca con un leve movimiento de la franela y se trae embarcada la embestida de los toros de Victorino con temple de torero grande. Hoy ha recitado una clase magistral de cómo se recrea al natural ante toros encastados y se ha tirado a matar con arrojo, especialmente en su segundo turno, hiriendo a toma y daca en un pasaje de enorme carga emotiva. Méritos más que suficientes para ganar tres trofeos, reivindicar un lugar en ferias importantes, y salir a hombros bajo el dintel hormigonado del moderno Coliseum burgalés.

José Ignacio Ramos celebró su primer cuarto de siglo como matador de toros anunciándose en este cartel después de siete años inactivo. Conserva los fundamentos que le hicieron escribir bellas páginas, especialmente su fulminante estocada, ejecutada con gran pureza, reconocida a principios de siglo como una de las más letales del escalafón. Trasteó con decisión y obtuvo bellos pasajes sobre la mano derecha logrando una oreja en el cuarto tras un pinchazo y un espadazo de ley.

Paco Ureña, asiduo a este tipo de citas, aceptó cuantos envites platearon sus dos antagonistas y pasó de muleta con ajuste, porfió series imposibles y esquivó el acoso de sus toros con el coraje que le significa. Aún sin ganar trofeos mostro la autenticidad de su toreo y el valor que le hace siempre reconocible.

Cartel que conjuga toros encastados y toreros decididos, cartel que nunca decepciona y permite atisbar la dimensión ética y estética del toreo.

 

 

Reseña:

 

Coliseum Burgos, 1 de julio de 2018. Tres cuartos del aforo en tarde agradable bajo la cubierta del multiusos.

 

Toros de Victorino Martín, de gran trapío y romana, en capas entrepeladas, cuatro de ellos en el tipo asaltillado propio de la casa. Primero: Dos fuertes puyazos, el segundo rectificando. Encastado y duro. División de opiniones en el arrastre. Segundo: Un puyazo fuerte. Encastado y correoso. Ovación. Tercero: Un fuerte puyazo. Encastado, noble y bravo. Ovación al arrastre. Cuarto: Dos puyazos. Encastado, noble y fuerte. Ovación. Quinto: Dos puyazos, el segundo rectificando. Encastado y noble. Palmas al arrastre. Sexto: Un fuerte puyazo. Encastado y noble. Ovación.

 

José Ignacio Ramos, de gris y oro: Metisaca mechando al toro, gran estocada y dos golpes de descabello (palmas). Pinchazo y gran estocada (oreja con escasa petición).

 

Paco Ureña, de caña y oro: Dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso). Estocada caída (ovación y saludos).

 

Emilio de Justo, de marino y oro: Estocada desprendida (oreja). Gran estocada a toma y daca (dos orejas).

 

 

Incidencias:

 

Tercera corrida de la Feria de San Pedro y San Pablo. Antes de comenzar el festejo se entregó a José Ignacio Ramos una placa conmemorativa de sus veinticinco años de alternativa.

Ángel Gómez saludó después de un complicado tercio de banderillas al tercero, que resolvió con gran torería.

Morenito de Arlés hubo de desmonterarse al protagonizar un gran tercio de banderillas en el último turno.

Emilio de Justo abandonó el recinto a hombros por la puerta grande.

 

 

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

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