Naumaquia

La cartelería anunciaba para ayer en la plaza de toros de Azpeitia un espectáculo de tauromaquia y lo que se vivió fue una bellísima entrega de naumaquia.

La Comisión Taurina no deja de sorprendernos.

Hicieron el paseo tres centuriones seguidos de sus respectivas legiones y sus caballerías pesadas, y no habían ganado bien el tercio cuando ya eran conscientes de que habrían hecho mejor en mandar a la armada.

La puesta en escena fue impecable. No hizo falta que el emperador Diomiciano cediera la palabra a uno de sus generales para explicar al pueblo la batalla que iba a librarse, pues Juan Bautista, que ya triunfó aquí un año atrás, recibió al primero de Ana Romero y pronto mostró cómo iba a ser el combate: toros bravos y nobles para toreros bien dispuestos.

Tampoco que El César diera orden de abrir las compuertas subterráneas para inundar el circo, pues las nubes que ayer abrazaban al Izarraitz, y las brisas húmedas que venían de Deba descargaron con saña sobre el coso y pronto quedó en perfecto estado para la navegación.

Ni siquiera hubo opción de que Tácito, con sus grandes dotes para la oratoria, planteara la suspensión del rito, pues ni al gran Tito Livio le habrían tolerado semejante afrenta. Cónsules, pretores y tribunos observaban el coliseo sin inmutarse, como gladiadores que saben que la batalla ha de librarse sin importar en qué condiciones.

Para dotar de mayor realismo a la performance la Comisión dispuso que tronara como si el cercano Kakueta fuera a entrar en erupción, aportando notas épicas a la escena, más propias de Pompeya que de Vasconia.

En un escenario así de fascinante, la naumaquia se desarrolló con absoluta naturalidad, como si la afición, acostumbrada a las lluvias, presenciara ofrendas así cada sábado de verano.

Los oficiantes mostraron consumada habilidad en la navegación, desplazándose sobre la superficie marina con seguridad de almirantes, hasta el punto que en más de dos horas de función ninguno zozobró.

Las naves acorazadas, las de mayor envergadura, confrontaban su proa con las de las embarcaciones cárdenas que adivinaban entre la bruma, aplicando un desgaste proporcionado ante su impetuosa cometida.

Juan Bautista planteó la lidia cerca de la orilla y realizó dos faenas plenas de oficio, pues es antiguo ya en la milicia, y tuvo a bien finalizar su segunda batalla en la suerte de recibir, posiblemente aprovechando la inercia que los cuerpos flotantes tienen sobre el agua.

Daniel Luque cobró una oreja de su primero y no fue más didáctico en su segundo porque el enemigo desarrolló sentido, tal vez orientado por el sextante que, ayer se descubrió, portan en el morrillo los finos cárdenos de Ana Romero.

Borja Jiménez dispuso la lucha allá donde las aguas eran más procelosas, porfió a babor y estribor, condujo a las naves enemigas hacia terrenos ventajosos con instinto de estratega, si bien falló en el abordaje final, pues es lego en el manejo de arma blanca, y habrá de pasar por la academia de Espartaco, viejo gladiador, si quiere lucir galones de prefecto.

 

El cuaderno de bitácora recoge a estas horas que la singladura se desarrolló sin novedad, y la recreación de la batalla de Ecnomo, clave en la primera guerra Púnica, fue un éxito. El honor de Roma y Cartago permanecen intactos.

 

Reseña:

 

Plaza de toros de Azpeitia, treinta de julio de 2016. Más de media entrada en tarde tormentosa. Toros de Ana Romero, bien presentados, en tipo Santacoloma, nobles y bravos. Dos de ellos aplaudidos de salida y cuatro en el arrastre.

 

Juan Bautista, de azul marino y oro: Estocada tendida (silencio tras aviso); Dos pinchazos hondos en la suerte de recibir, un pinchazo hondo al volapié (ovación y saludos tras dos avisos)

 

Daniel Luque, de rioja y oro: Estocada delantera y caída (oreja); Bajonazo y un golpe de descabello (ovación y saludos)

 

Borja Jiménez (de primera comunión y oro): Dos pinchazos hondos, media estocada y tres golpes de descabello (ovación y saludos) Pinchazo, media estocada, media estocada (vuelta al ruedo tras aviso)

 

Incidencias: Lluvia torrencial durante la lidia de los toros segundo, tercero y cuarto que inundó el ruedo, ante lo cual se decidió recrear la batalla de Ecnomo reeditando las añejas naumaquias.

 

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

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