Diego Urdiales

Toreo neoclásico de Diego Urdiales.

Toreo neoclásico de Diego Urdiales.

Tras los abusos del Barroco, la sociedad demanda un cambio, y los artistas no tienen mejor recurso que rememorar las obras clásicas grecolatinas y reinstaurar el estilo más sobrio y perfecto que han conocido los tiempos, con el apelativo de neoclásico. Si bien la historia, los gustos y las corrientes sociales tienen un comportamiento pendular, no podrá negarse que existe un canon clásico, inmutable, que perdurará por lo siglos como el modelo a seguir por haber alcanzado la perfección y constituir la quintaesencia de la creación humana.

De eso estuvo ayer disertando Diego Urdiales desde que se abrió de capa con ajustadas Verónicas, hasta que asestó la estocada canónica a su primer toro. Dialéctica clara de la esencia del toreo, citando en la distancia adecuada, con la suerte cargada, embarcando por delante, ajustando el embroque a la cadera y rematando el pase para engendrar el siguiente. Muleta tersa, figura erguida y mentón clavado en el pecho.

Comenzó la faena el torero de Arnedo por estatuarios, para homenajear la escultura; encadenó naturales, pases en redondo y de pecho en un espacio inverosímil, para rememorar la arquitectura; pasó de muleta con ritmo lento y majestuoso, para reconocer a la música;  y aún tuvo pinturería con un molinete invertido, como salido de los pinceles de Romero de Torres; cobró la estocada de la feria, en corto y por derecho, haciendo la cruz sin ambages, dejándose ver y dándole todas la opciones al toro, para alimentar la creación literaria.

Un homenaje así a las bellas artes sólo puede proceder del alma de un artista que combina sensibilidad y valentía, arte y decisión; de una mente ágil y clara, y de un corazón de guerrero.

Toreo con basa, fuste, capitel y ábaco; toreo adintelado, simétrico y preciso; toreo macizo y liviano; toreo austero y generoso a la vez.

Diego Urdiales es un torero, en el estricto sentido del término, sobrio, clásico y auténtico. No abundan matadores de esta catadura, y el magisterio que exhibió ayer sobre el dorado albero logroñés, debería ser asignatura obligatoria para todos aquellos aprendices de torero, algunos con varios años ya de alternativa.

Reseña:

Plaza de toros de Logroño, 22 de septiembre de 2014, media entrada en tarde nubosa.

Toros de El Torero, discretos de presentación, flojos y manejables, salvo los dos primeros que mostraron nobleza y codicia.

Diego Urdiales: Dos orejas y ovación.

El Fandi: Ovación y silencio.

Iván Fandiño: Silencio y silencio.

Diego Urdiales salió a hombros.

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