Eibar: enclave estratégico y reducto romántico.

Acceder al centro de Eibar exige atravesar polígonos industriales, algunos vetustos, jalonados por pabellones en desuso; cruzar calles ruidosas, largas y estrechas pobladas por esbeltos edificios; encarar cuestas empinadas y renunciar a ver el sol poco más que unas horas al día, pues las montañas que rodean al valle son altas y escarpadas. Eso si el día no es brumoso como corresponde a su clima cantábrico.

Sin embargo la Tauromaquia se asienta muy pronto y con fuerte arraigo en este entorno agreste. Es en el siglo XII, concretamente en 1162, año en el que el rey Sancho VI El Sabio, para festejar la reconciliación con un viejo enemigo, manda capturar y lidiar tres toros de los que habitan las montañas cercanas al solar de Irure. Tras el festejo ofrece la carne a los perros, quienes comen con tal ansiedad que mueren al instante. Desde esa fecha el blasón de esta estirpe se forma con tres cabezas de toro y otras tantas de perro, y es, a decir de los eibarreses, el origen absoluto del toreo.

Desde esa fecha hasta 2009 trascurren más de ocho siglos de diversas Tauromaquias, todas ellas vividas con pasión por decenas de generaciones que encuentran en el toreo un referente festivo y cultural perfectamente engarzado en su idiosincrasia.

Plaza de toros de Eibar.

La fecha crítica es el 17 de mayo de 2009, día en que alternan toreros de la talla de Paco Ojeda, Espartaco, Litri, Ortega Cano y Niño de la Capea en lo que se denominó después “la última corrida” de la historia en Eibar.

Sin embargo algunos hombres buenos no tenían los mismos planes, y en 2014, contra todo pronóstico, se reinaugura el coso, asumiendo el promotor grandes dificultades y realizando un generoso esfuerzo para recuperar una plaza emblemática y estratégica. Un canto a la libertad cultural en un entorno especialmente hostil. Un gesto encomiable de rebeldía cívica que el tiempo pondrá en su lugar.

Comprender el presente y prever el futuro de la Fiesta en la ciudad armera exige entender el contexto en el que se desarrolla la Tauromaquia, tomar su débil pulso y conocer a las personas que están haciendo posible la inesperada resurrección de una plaza centenaria.

La plaza de Eibar puede ser el paradigma de la reactivación de la Fiesta en otros muchos lugares del universo taurino.

 

Unas instituciones beligerantes con la Fiesta.

La alternancia política ha hecho de Gipuzkoa un territorio complicado para el desarrollo del arte de torear. Bildu, coalición radical independentista, se ha opuesto e incluso ha prohibido el toreo en San Sebastián y Tolosa, y lo ha tolerado en Azpeitia, bastión del toro bravo.

Canales Rivera en Eibar.

El Partido Nacionalista Vasco, El Partido Socialista y el Partido Popular apoyan con diverso grado de intensidad la celebración de corridas de toros, si bien no las impulsan, y en muchos casos las condenan a la indiferencia e incluso a una suerte de clandestinidad social, pues para muchos es un desdoro disfrutar con la cultura del toreo, y los festejos que se celebran son observados desde la distancia, cuando no criticados de forma velada.

La fuerza emergente Podemos es abiertamente contraria al toreo y ha programado su prohibición en los lugares en los que gobierna, prohibición que está comenzando a hacer efectiva en varios lugares de España. Su perfil populista se sirve de cualquier estímulo que parezca revolucionario o transgresor para alentar a los diversos segmentos del electorado que le prestan su voto. El toreo, que es para muchos supuestos progresistas una reminiscencia del feudalismo social y del autoritarismo político, se emplea como señuelo para demostrar que impulsan un cambio social de gran calado.

Eneko Andueza, concejal socialista y escritor taurino.

Eibar es una población de tradición republicana en la que el Partido Socialista obtiene históricamente buenos resultados electorales y, en la actualidad, ostenta la alcaldía. Uno de sus concejales y teniente de alcalde, Eneko Andueza, es un gran aficionado a la Fiesta, escritor taurino y activo partícipe en las redes sociales. Su postura explícita y firme a favor de la Tauromaquia ha facilitado la recuperación de los festivales taurinos y ha contribuido a devolver vida al coso. En la actualidad impulsa un manifiesto a favor de la Tauromaquia que pretende sentar postura y conseguir la adhesión de fuerzas vivas del partido, como diputados, senadores y presidentes de Comunidades Autónomas. Estas iniciativas son siempre de agradecer, si bien el principal beneficio que pueden causar a la Fiesta es excluirla del debate político, puesto que no es patrimonio de ningún partido o tendencia, si no de todo aquel que sienta una emoción indescriptible al ver pasar a un toro cerca del cuerpo de un torero.

 

Activismo antitaurino violento tolerado por los poderes públicos.

Las diversas policías, dirigidas por el gobierno correspondiente, permiten manifestaciones contrarias a la Tauromaquia a pocos metros de las plazas de toros, en las que un puñado de individuos armados de potentes megáfonos, que nada saben del toreo, insultan gravemente a los aficionados, desean la muerte a los toreros, prescriben la autoinmolación del público y se mofan de manera gruesa de los protagonistas del espectáculo.

Plaza de toros de Eibar.

En Eibar puede verse a este colectivo que se desplaza por toda la geografía vasca ejerciendo la provocación, a no más de diez metros de la plaza, cerca de las taquillas junto a un lugar de paso obligado de los espectadores. Ninguno se vuelve, nadie responde al insulto ni se queja de la contaminación acústica. Una vez que empieza el festejo continúan con su agresión verbal, que se escucha con nitidez desde los tendidos, y no cesa hasta una hora después de su inicio. Si el más elemental sentido del respeto a la pluralidad cultural no lo remedia, asistir a los toros en una plaza así va a convertirse en un acto tan incómodo como comprometido, e incluso arriesgado, pues la inquina que se adivina en los rostros de la docena y media de agresores es una promesa clara de violencia gratuita.

 

El empresario romántico.

Óscar López, matador vizcaíno.

Luis Mari López es un industrial de la vecina localidad de Ermua que ha consagrado su vida al toreo. Tras treinta años organizando la feria taurina de su localidad natal, empleando una modesta plaza portátil para dar festejos mayores, acomete, a la edad a la que muchos se jubilan, una aventura aún más audaz: recuperar de sus cenizas la histórica plaza de Eibar.

Su pasión por la fiesta le llevó a conseguir que su hijo Óscar tomara la alternativa el día de Santiago de 1998 y asegura que si su nieto tiene vocación no le temblará la mano para facilitarle oportunidades. Él sabe de lo que habla y de las dificultades que tiene un niño para ser torero en esta tierra. Tal vez por eso invite a novilleros a participar en sus plazas sin que, a diferencia de otras ferias, tengan que pagar por torear. Cuestión de estilo.

Luis Mari López, empresario taurino.

El peso de las pérdidas acumuladas en sus últimos años de gestión en su pueblo no puede tanto como su corazón torero y su generosidad con todos los estamentos de la fiesta, especialmente con la afición y con los toreros modestos.

Luis Mari López compra novillos, contrata a tres espadas, nueve auxiliadores, dos taquilleros, tres mulilleros, dos areneros, un administrador y un seguro por si se produce la suspensión. Imprime carteles, contrata el transporte de las reses, paga tasas, emplea los servicios veterinarios, restaura lo más necesario de la plaza, viaja, habla por teléfono, atiende a la prensa y homenajea a sus amigos. Tanto esfuerzo para conseguir poco más de quinientos asistentes al festejo.

Luis Mari López asegura que su objetivo es “recuperar la fiesta en Eibar” y sueña con un cartel compuesto por Enrique Ponce, Alejandro Talavante y Miguel Ángel Perera. Conociendo a la persona caben pocas dudas de que el pequeño ruedo de la Plaza Untzaga será testigo, más pronto que tarde, del arte de estos tres lidiadores.

 

Una plaza cercana al abandono.

El actual coso fue construido en 1903, y remodelado en 1959 para mejorar la comodidad y aumentar el aforo hasta 3.300 espectadores, si bien en la actualidad, los planes de evacuación impuestos por el Ayuntamiento limitan a menos de 2.000 el número de espectadores que pueden darse cita en los tendidos.

Plaza de toros de Eibar.

Es una plaza de tal austeridad constructiva que por fuera no parece un coso, y por dentro exhibe materiales modestos que la hacen impersonal e incómoda.

A lo largo de su historia han hollado su albero grandes toreros del siglo XX y XXI, como Cocherito de Bilbao, Machaquito, Rodolfo Gaona, Manolete, Pepe Luis Vázquez, Pepe Luis Vargas, Curro Romero, Rafael de Paula, Curro Vázquez, César Rincón, Julio Aparicio, Finito de Córdoba, Ortega Cano, Javier Conde, Canales Rivera, Julio Benítez y Cayetano Rivera Ordóñez. Junto a ellos han alternado valerosos diestros locales, como Pedrucho, titular de la peña taurina de Eibar, Iluminadito, Armerito y el mismísimo Ignacio Zuloaga, apodado El Pintor, referente sustancial del toreo vasco.

Los ecos de las tardes de gloria se han desvanecido y los corredores descubiertos que conducen a los tendidos muestran las huellas del paso del tiempo en silencio, en un silencio tal vez reverente y doliente que duró un largo lustro.

Pasillo descubierto de la plaza de toros de Eibar.

Esta modesta plaza estuvo condenada a muerte en 2009, si bien las dificultades económicas para erigir en su espacio una infraestrutura multiusos parecen ser las salvadoras del coso centenario.

Desde ese año hasta el pasado 2014 en que el actual empresario retoma la actividad taurina con un festival, el coso permaneció inactivo, criando hierba en el ruedo, pudriendo el olivo y agrietando lentamente sus viejos tendidos.

 

La afición adormecida.

El eibarrés es hombre de mirada viva, juicio rápido, cuerpo fuerte cuando no orondo, manos poderosas y palabra firme. Es persona abierta, inquieta, generosa y emprendedora, que confía en sus posibilidades y acomete proyectos con absoluta naturalidad. La prosperidad que durante decenios distinguió a esta tierra tiene su fundamento en la singular determinación de su gente para organizar y actuar, de modo que no sorprende que cuente con un colectivo de aficionados capaces de disfrutar alrededor de la cultura del toreo.

La Peña Taurina Pedrucho de Eibar, homenajea al más célebre de los toreros de la ciudad, nacido en 1893 y doctorado en San Sebastián treinta años después. Sus actuaciones se desarrollan en España y América, además de en otros lugares más exóticos, como Roma, Budapest, Cagliari, Hungría y Egipto. No alcanzó el estatus de figura si bien se le reconoce su entrega, su valor sereno y su conocimiento del oficio, lo que facilitó su acceso a la dirección de la escuela de tauromaquia de Barcelona, ciudad en la que murió en 1973

Público en la plaza de Eibar.

Esta entidad data de 1948 y estuvo presidida entre 2007 y 2011 por Jaime López de Guereñu, director comercial de una importante empresa de la zona, dirigente del PNV local, y gran aficionado, que no escatima esfuerzos en la promoción de la fiesta. Su iniciativa dinamizó  la peña hasta el punto de organizar actividades culturales muy diversas, siempre relacionadas con el toro y la lidia, aumentando la masa social de manera notable.

La Peña Pedrucho tiene su sede en el Arkupe, un reconocido bar de la plaza Untzaga frecuentado por todo tipo de público, en el que las tertulias taurinas aún pueden escucharse. La Pedrucho, que absorbió en 1994 a la Peña Taurina Eibarresa, es el garante de la cultura del toro en la ciudad armera y la encargada de mantener vivo el pulso de la afición aún en los largos meses de invierno.

Jaime López de Guereñu con Canales Rivera.

Una apuesta de futuro.

Cada plaza que se cierra es una grave derrota para el toreo. Cada plaza que se recupera es un acto sublime de libertad y de compromiso con la pluralidad.

Tal vez dentro de un siglo, cuando se estudie este periodo tan convulso para la Tauromaquia, los nombres de Luis Mari López, Jaime López de Guereñu y Eneko Andueza figuren ya grabados en el libro de la historia como el eslabón necesario para perpetuar un tradición de mil años.

Sin embargo las circunstancias que rodean a la tauromaquia en la Eibar son poco favorables. Una afición adormecida por años de inactividad del coso; unos poderes públicos que, o bien no colaboran o están directamente en contra; una plaza al borde del abandono con estructuras muy precarias; y una opinión pública manipulada por concentraciones de antitaurinos que, en número de diecisiete, se colocan a la puerta de la plaza con la anuencia de la autoridad, gritan con potente megafonía, insultan y tratan de intimidar a los asistentes a los festejos.

En un entorno así cuesta creer que exista un empresario taurino romántico y, junto a él, una afición selecta, generosa y entregada. Tienen todo nuestro apoyo, como deberían tener también el apoyo de todo el orbe taurino. El caso de Eibar es el paradigma de la recuperación del derecho a la libertad cultural. Hay esperanza porque hay pasión, capacidad de trabajo y talento.

Larga vida a la cultura del toreo en Eibar.

Luis Mari López, empresario, con los toreros.

 

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