El aroma de Curro
La segunda corrida de la feria de San Ignacio resultó un fiasco del que sólo se salvó la inspiración congénita de Curro Díaz, expresada en pasajes concretos de la lidia, como una media verónica escultural, doblones por bajo en el inicio de faena, toreo en redondo encajado, series al natural templadas con muñeca de seda y ese saber estar en el ruedo que es marca de la casa. No llegó a redondear ninguna de sus dos faenas y mató de forma discreta, así que los tendidos agradecieron su labor con ovaciones en los dos turnos que el torero saludó desde el tercio vestido de verde botella y oro.
El encierro de La Quinta tuvo un comportamiento desigual, destacando el quinto toro sorteado por El Fandi, un santacoloma cárdeno, de bella estampa, armónicas hechuras, noble, fijo e incansable repetidor al que en rigor debe calificarse de bravo. Duramente castigado en varas, pues buscó tres encuentros con el caballo de Manuel Bernal, dos de ellos intensos, llegó al tercio de muerte con ocho rehiletes en sobre su capa gris, y se empleó con bravura, desbordando a su lidiador, quien hubo de tomar el olivo en el segundo tercio. El atlético torero porfió naturales y trapaceó en redondo, más sin quietud, hondura ni adecuada gestión de los espacios. El toro mandó en terrenos y tiempos demostrando las dificultades que siempre entraña la casta, a la que ha de responderse con mando y determinación para someterla. La encastada nobleza del santacoloma no tuvo correspondencia, y fue sacrificado sin ser toreado. En su primer turno lidió con un noble y flojo ejemplar que no admitía el encimismo, y la faena acabó diluida en el silencio.
Román, que ha debutado en esta plaza en sustitución de Sebastián Castella, hubo de bregar con un lote descastado que huía con franqueza de los señuelos, buscando no se sabe qué en los tendidos, volviendo grupas con malos modales. Porfió una infructuosa persecución en la que no hubo más que voluntad de agradar, y finalizó sus faenas con espantosas entradas a herir, mostrando las diversas modalidades de pinchazos y estocadas defectuosas.
Sin embargo, cuando declinaba la tarde y las cuadrillas abandonaban el diminuto coso azpeitiarra, aún quedaba en el aire el aroma del toque hondo y cadencioso del toreo de Curro Díaz.
Reseña:
Plaza de toros de Azpeitia, 30 de julio de 2018, más de tres cuartos del aforo cubierto en tarde cálida y luminosa.
Toros de La Quinta, con edad, desiguales de presentación y comportamiento. Primero: Negro mulato entrepelado, bragado, engatillado, astifino. Cinqueño. Un puyazo defendiéndose. Descastado. Palmas en el arrastre. Segundo: Cárdeno, coletero, recogido de cuerna. Cinqueño. Un puyazo largo y duro. Flojo y noble. Palmas. Tercero: Cárdeno, coletero, de bella estampa y armónicas hechuras. Dos puyazos, el primero muy duro. Manso. Palmas. Cuarto: Cárdeno obscuro. Cinqueño. Dos puyazos, el primero muy duro. Noble. Palmas. Quinto: Cárdeno, cuajado de bella estampa. Cinqueño. Tres entradas al caballo, la primera en duro puyazo, la segunda al relance y la tercera en picotazo. Bravo y encastado. Ovación al arrastre. Sexto: Cárdeno. Cinqueño. Dos fuertes puyazos, el segundo al relance. Descastado. Palmas.
Curro Díaz, de verde botella y oro: Estocada delantera caída y un golpe de descabello (ovación y saludos). Pinchazo y estocada caída (ovación y saludos).
El Fandi, de azul cobalto y oro: Pinchazo hondo (silencio). Pinchazo hondo y dos golpes de descabello (ovación).
Román, de gris plomo y oro: Puñalada trasera, caída y desprendida y estocada traserísima. (silencio). Pinchazo a toro arrancado, estocada caída que hace guardia, estocada y tres golpes de descabello (silencio tras aviso).
Incidencias:
Segunda corrida de la Feria de San Ignacio.
Román entró en el cartel en sustitución de Sebastián Castella, lesionado.
Javier Bustamante
para Toro Cultura
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