Borja Jiménez gana la batalla de Escolar

Los toros de José Escolar lucían bellísimas láminas, vareados, altos, agalgados, en capas cárdenas y entrepeladas, con testas pavorosas por prominentes y astifinas. Salían de toriles con alegría, rematando en los burladeros las más de las veces, daban un par de vueltas de reconocimiento y ya sabían lo que tenían que saber. Miraban a los lidiadores, medían ángulos y distancias, cataban señuelos al punteo, topaban y corneaban petos, calculaban posiciones, tiempos y distancias de los rehileteros y llegaban la tercio de muerte con conocimientos enciclopédicos de la lidia. Listos y por tanto mansos y correosos. Hubo baile de corrales, pues las incidencias de la tarde, con dos matadores heridos, alteraron el orden establecido a mediodía y los torileros se afanaron en soltar las reses que correspondían a cada uno, con instantes de incertidumbre por momentos angustiosos. La corrida fue una tía mansa y bronca que vendió muy cara su vida en todos los tercios.

Un consumado lidiador curtido con los más duros encastes como Fernando Robleño sucumbió en el primer asalto. Había recibido al toro sin lucimiento mas sí torería y conocimiento del oficio, sacándoselo a los medios con lances de manos bajas, andando hacia atrás con clasicismo, más en cuanto el negro entrepelado le vio muleta en mano activó su plan de ataque y derrotó para tirarlo al suelo donde buscó sus muslos causándole dos cornadas. Retirado a la enfermería por el peonaje dejó un vacío que sus compañeros de terna llenaron con determinación y valor a raudales.

Juan del Álamo venía a Pamplona luego de una durísima cornada en Colmenar Viejo, de esas que quitan el sitio, y mantuvo su cartel, sobreponiéndose a las dudas lógicas y a los fantasmas que acompañan en las noches previas a un compromiso en la capital del Reino. Sólo pudo machetear al que hirió a Robleño y despacharlo de media estocada. Ganó una oreja del tercero, con una faena sin brillo mas solvente, entendiendo la condición del cárdeno pleno de edad y sentido que no permitía confianzas. Con el sexto, un toro avisado a la defensiva que esperaba y no pasaba, tampoco era posible el lucimiento, así que decidió matarlo sin demora.

Borja Jiménez, que hacía su presentación en la vieja Iruña vestido de primera comunión y plata, compuso ayer un canto al toreo recio, al de las tardes de cara o cruz en las que los toros mandan, y cada pase es una obra de ingeniería. Con la conmoción aún en los tendidos por la cogida del director de lidia por el abreplaza, atravesó el ruedo despacioso, arrastrando el capote y se clavó de rodillas frente a toriles para vivir un momento que jamás olvidará. Se abrió el portón que da al pasillo obscuro que sólo devolvía negrura porque no había toro. Fueron más de dos minutos lo que los torileros tardaron en soltar al toro sorteado al mediodía como tercero que debía ser segundo al quedar la tarde en mano a mano. Braceaba para combatir la tensión, estiraba el cuello, apretaba los labios, tragaba la poca saliva que le quedaba sin mover un ápice las rodillas, hasta que por fin salió alegre el entrepelado, haciendo un extraño hacia el bulto sin obedecer al vuelo de la larga cambiada. La cogida parecía inevitable, pero la serenidad del discípulo de Espartaco facilitó que se echara al suelo y todo quedara en los golpes y magulladuras que produce uno de más de media tonelada la arrollar a un fino muchacho vestido de blanco. Se levantó sin mirarse y se fue al toro para esculpir en el aire tórrido de la tarde chicuelinas de infarto, ceñidas, sin enmendar terrenos, dando toda la ventaja a las guadañas que Camorristo llevaba en la frente. Fue toda una declaración de intenciones, pues no cejaría en su empeño en toda la tarde, provocando embestidas imposibles, cruzándose al pitón contrario en viajes temerarios, consintiendo a los mansos de Escolar más de lo consentible, con las zapatillas clavadas en la arena, poniéndose además bonito por ambos pitones en los tres toros, quitando con ajuste en los de su compañero, tirándose a matar como si fuera incorpóreo. Toreo sin trampa, dejándose ver, ofreciéndose en cada embroque, negociando pases y medios pases a precio de cornada. Tanto arriesgó que fue cogido por el que hacía cuarto, dejándole un puntazo en el muslo derecho que añadir a las contusiones que ya tenía. Maltrecho y mermado pidió a Juan del Álamo que le dejara matar su último toro en quinto lugar para que no se enfriaran las heridas, y aún tuvo arrestos para sacar medios pases cruzándose en cada cite, pasándose los pitones a centímetros de las femorales, arrimándose a los puñales en los desplantes, todo verdad, buscando la estética además de la épica. No ganó trofeos mas la afición pamplonesa lo tiene ya en su santoral. Borja Jiménez ganó ayer la dura y sangrienta batalla de Escolar en un derroche de verdad, arrojo y torería. Gloria a los toreros grandes.

Reseña:

Plaza de toros Monumental de Pamplona. Sábado ocho de julio de 2023. Lleno en tarde calurosa.

Seis toros de José Escolar con gran trapío, escurridos, agalgados, astifinos, cornalones en cárdeno y negro. Mansos, listos y broncos. El tercero cercano a los seis años.

Primero: Negro entrepelado bragado. Dos puyazos corneando el peto, el primero caído. Espera y corta en los dos últimos tercios. Manso y bronco. Silencio en el arrastre.

Segundo: Negro entrepelado bragado de impresionante arboladura. Dos puyazos corneando el peto. Listo, manso y bronco. Pitos.

Tercero: Cárdeno bragado próximo a cumplir seis años. Dos puyazos duros, el primero trasero. Embiste sin entrega orientándose. Correoso. Silencio en el arrastre.

Cuarto: Cárdeno oscuro de pavorosa cabeza. Un puyazo y un picotazo. Manso y bronco, mide y espera. Silencio.

Quinto: Cárdeno fino de cabos y agalgado. Sale alegre rematando. Tres puyazos corneando el peto. Manso con peligro. Silencio.

Sexto: Negro entrepelado con más carne. Salida alegre, remata y mira al callejón. Un puyazo tarsero haciendo la carioca y otro duro. Manso y bronco. Silencio.

Fernando Robleño, de verde botella y oro: Cogido en el primero.

Juan del Álamo, de tabaco y oro, mató el 1º, 3º y 6º: Media estocada (silencio). Estocada desprendida (oreja). Pinchazo y estocada (silencio).

Borja Jiménez, de primera comunión y plata, mató el 2º, 4º y 5º: Pinchazo y estocada trasera caída (ovación y saludos). Pinchazo siendo golpeado, media estocada y un golpe de descabello (ovación y saludos). Pinchazo y estocada delantera (vuelta al ruedo tras fuerte petición).

Incidencias:

Fernando Robleño fue operado de urgencia en la enfermería de dos cornadas en el muslo izquierdo, una de doce centímetros y otra de diez que diseca la femoral. Pronóstico menos grave.

Borja Jiménez fue atendido de un puntazo en el muslo derecho y de múltiples contusiones.

Borja Jiménez hizo el paseíllo desmonterado al ser su presentaión en Pamplona.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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