Curro Díaz vuelve a honrar la ética del toreo

La tauromaquia nos obsequió ayer en el Coliseum de Burgos con una de esas escenas dramáticas que enseñan lo que es la vida. Un hombre desmadejado, herido y dolorido sentado en el estribo es atendido por peones y asistentes. Su rostro es de profundo dolor. Sus hombres lo quieren tomar en volandas para ponerlo en manos de los doctores. Él se niega aún sabiendo que está gravemente herido. Hay otro protagonista en primer plano. Un imponente toro negro, cinqueño con dos puñales en la frente y media tonelada larga de músculo acerado. Agoniza con una estocada entera en el hoyo de las agujas. Muerte de bravo, rindiendo el último resquicio de fuerza y casta que le queda. El toro se resiste a morir y el torero no está dispuesto a abandonar el ruedo hasta que el astado ruede por el albero certificando así su victoria. Los segundos son interminables. El uno siente la presencia del otro a escasa distancia. Sus corazones laten aún en sintonía, como lo estuvieron en el lindo combate que acaban de librar. No hay rencor en sus miradas, sólo admiración y reconocimiento por haber jugado con la vida de manera limpia. El toro por fin dobla volviendo su cara hacia el torero, y entonces el espada es izado en brazos y conducido a la enfermería. Curro Díaz le llaman. Maestro consagrado del toreo. Artista de culto con medio siglo de vida casi todo dedicado a la lidia. Había acariciado la embestida bronca de Navarro, toro de Valdellán, con naturalidad, sin aspavientos, respetando los cánones ancestrales de la tauromaquia. Había dado al negro zaíno todas las ventajas, dejándose ver. Sin un sólo engaño. Se había tirado a matar a toma y daca, sabiendo que el toro estaba avisado de lo que le venía por alto. Y ocurrió lo que los dos sabían que iba a ocurrir. Cogida patética y dos graves heridas para el maestro. Sin embargo la dignidad vale más que el dolor. La ética taurina registró ayer otra nueva página del puño y letra del maestro del flequillo y el sentimiento a flor de piel.

En el ámbito terrenal hubo noticias del triunfo con salida a hombros de Morenito de Aranda, pasando a media altura en una larga y firme faena por ambos pitones ante el quinto toro.

También David de Miranda ganó un trofeo tras faena voluntariosa al cierraplaza.

Sin embargo lo mejor que se puede decir de lo ocurrido ayer en el Coliseum de Burgos es “Gracias, torero, feliz y pronta recuperación”

Ustedes ya me entienden.

Reseña:

Coliseum de Burgos. Domingo 30 de junio de 2024. Tres cuartos del aforo bajo la cubierta del multiusos.

Toros de Valdellán, desiguales en juego y presentacón juego como a continuación se detalla.

Primero: Negro lucero, chico. Un picotazo perdiendo las manos. Flojo y noble. Pitos en el arrastre.

Segundo: Negro lucero bragado calcetero, serio. Un puyazo duro empujando. Correoso con poco celo. Pitos.

Tercero: Negro bragado lucero, serio. Un puyazo durísimo dejándose herir. Duro, brusco y descastado. Pitos.

Cuarto: Negro, cinqueño, corpudo con trapío. Un puyazo trasero duro encelado en el peto. Brusco, de viaje corto y deslucido con muerte de bravo. Palmas en el arrastre.

Quinto: Negro. Un puyazo. Pronto, noble con mucho carbón. Ovación.

Sexto: Negro bragado, serio. Un puyazo duro. Pasa sin celo con la cara alta y mucho carbón. Silencio.

Curro Díaz, de marino y oro: Estocada saliendo golpeado (ovación y saludos). Gran estocada a toma y daca siendo cogido de forma dramática (oreja)

Morenito de Aranda, de grana y oro: Cinco pinchazos y estocada (silencio). Pinchazo y estocada fulminante (dos orejas).

David de Miranda, de turquesa y oro: Media estocada delantera al encuentro, un golpe de descabello, pinchazo y bajonazo en tablas (silencio). Estocada desprendida (oreja).

Incidencias:

Segunda corrida de la Feria de San Pedro.

Morenito de Aranda salió a hombros.

Curro Díaz, cogido por ambos toros, fue intervenido en la enfermería de la plaza de dos graves heridas.

Su cuadrilla recogió la oreja ganada y se la ofrendó al maestro.

Tras el tercer toro la presidencia se retiró del palco para facilitar la merienda de los asistentes.

El festejo duró dos horas y cuarto.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *