Damián Castaño: «Es hora de confirmar en Madrid y de consolidarme en el circuito de las duras»

Conoce el oficio viajando desde niño con su hermano Javier a tentaderos y novilladas. Domina sus muchos miedos mirándoles a la cara sin disimulo. Teme más a la responsabilidad que a la cornada, y cada tarde pisa el albero sabiendo que hay que triunfar si se quiere seguir contando. Es un hombre sereno y firme; el verbo le vuela lo mismo que el capote, y su voluntad es tan férrea como su estoque. Se entiende con todos los encastes, y ha cincelado grandes faenas a toros de Santacoloma y de Vega Villar. Sabe perseverar en momentos difíciles y es inmune a la sequía de contratos. Sus recientes triunfos en «El valle del terror» le han abierto un hueco en los medios y puesto en boca de los aficionados. Damián Castaño puede y debe aprovechar ese impulso para dar un salto en su carrera. Cree que ha llegado el momento de confirmar la alternativa en Las Ventas, y a partir de ahí Francia, y después las corridas heroicas. No va a escatimar esfuerzos porque ha probado ya las mieles del toreo en tardes de gran compromiso, y ese néctar es muy adictivo.

Enhorabuena, Damián, por los recientes y valiosos triunfos que has obtenido en plazas de gran compromiso.

Gracias.

Naciste en una familia taurina con un hermano torero. ¿Cómo ha influido Javier en tu afición e interés en ser matador?

Mi hermano Javier ha influido todo en mi carrera, tanto personal como profesionalmente. Para mi es un espejo y un pilar fundamental en mi vida. Entrenamos juntos a diario y siempre me apoya y me corrige los defectos.

Elegiste una profesión diferente a todas, una profesión absoluta, sin matices, se es o no se es. ¿Cómo vives tu condición de matador de toros?

Con mucha intensidad y mucha dedicación. Corro diez u once kilómetros diarios; toreo de salón hora y media cada día; entro a matar al carretón en tandas de diez estocadas. Y sobre todo toreo en el campo, cinco o seis tentaderos a la semana en temporada, y mato también toros a puerta cerrada, todos los que puedo.

¿Te ha cambiado en algo como torero tu reciente paternidad?

Ser padre te cambia la vida, en mi caso para mejor. Hace que cuando salga a torear sea una motivación extra para arrimarme más. Cada tarde que me visto de luces me acuerdo de ella para arrimarme más y no dejar pasar una oportunidad.

Y a soñar con la faena perfecta…

Esa que nunca sale. Hay que improvisar porque el toro no te deja hacer siempre lo que tú quieres.

¿De qué toro guardas mejor recuerdo?

No me quedaría con un solo toro. A lo largo de mi carrera ha habido varios, el primero el de mi alternativa en Gijón de Conde de Mayalde; era el cartel soñado y un momento mágico. Recuerdo otro de Sayalero en Iscar que lo cuajé muy a gusto, y el último de buen recuerdo es de Olivares.  El de Peñajara que desorejé en Cenicientos, fue un toro importante. Ese día fue muy emocionante. Llegué incluso a llorar en el ruedo.

Tu presentación de novillero en Madrid fue también un momento muy especial.

Sí. Era muy joven y aquel día estaba muy nervioso en el hotel, pero me templé y toree con mucho gusto. No hubo triunfo porque no pude matar bien.

Ésta es una profesión de contrastes y supongo que recordarás algún toro que te hizo sufrir.

Del que peor recuerdo tengo es uno de Moreno Silva en Tafalla hace seis años. Un toro listo, que parecía que tenía un ordenador en la cabeza. Creo que fue la peor tarde de mi carrera. Me hizo daño y me generó dudas. Afortunadamente una buena tarde te hace venirte arriba, y yo al tuve al poco tiempo en Guijuelo.

Se ha hablado y escrito mucho sobre tu reciente triunfo en Cenicientos con un toro de Peñajara muy fiero. ¿Fue la tarde más emotiva de tu vida?

No fue la tarde que mejor toreé, pero si una de las cuatro o cinco más emocionantes de mi vida. El toro exigía mucho y le di la firmeza que pedía. Tengo mucho respeto a la afición de Cenicientos y estoy muy agradecido al Ayuntamiento por confiar en mi como lo hizo.

¿Te resignas que se te clasifique como toreo valiente para corridas duras?

Ojalá pudiera entrar en ese circuito. Es un circuito en el que hay grandiosos toreros cómo mi hermano, Robleño o Lamelas. Para mi sería un honor poder entrar en él. Mi forma de torear ha cambiado mucho desde que era novillero, pero si uno me da veinte embestidas buenas yo las aprovecho. Pero que no falten las duras.

¿Cómo vives tú el miedo?

El miedo lo tenemos todos. Yo paso mucho miedo porque no estoy muy sobrado de valor, pero lo supero. Nunca me ha paralizado, y sobreponerse es muy bonito.

Algunos compañeros tuyos nos han dicho que temen más al público que a la cornada.

Y es así. En mi caso lo que me más tensiona es la responsabilidad, el saber que tiene que ser esta tarde, porque si no la puerta se cierra.

¿Son los prolegómenos de la corrida los momentos más difíciles?

Uno se acostumbra a estas cosas. Es también verdad que cuando el toro rompe a embestir el miedo se debilita, y cuando ves la plaza entregada hasta se te olvida que tienes cuerpo.

¿Qué es lo que más te impresiona del toro? ¿Los pitones? ¿La mirada? ¿Su corpulencia?

Todo impresiona, pero para mí lo más impactante son sus reacciones, y en el campo los sonidos, como las pisadas y los bufidos.

¿Qué significa el valor?

Es innato, se tiene o no, pero el oficio te da seguridad.

¿Te abstraes cuando estás engendrando arte?

Sí, pero no hasta el punto de no escuchar al público. Lo escucho, entiendo sus palabras, y me vengo arriba cuando siento su apoyo. Para mí el público es muy importante.

¿Qué sientes al cuajar una buena serie?

Lo mejor. La mayor emoción. Es muy difícil de contar. He llegado incluso a llorar toreando, y eso significa que te pasa por dentro algo muy grande.

¿Qué es para ti el arte?

No sabría describirlo, pero es algo distinto, muy intenso. Los artistas están tocados por una varita mágica. Como Morante, que da gusto verlo, o aquí mi paisano Marco Pérez, que es un niño prodigio, es como una figura en miniatura.

¿Y la inspiración?

Llega por momentos, somos personas, y cuanto más felices seamos más fácil es que llegue la inspiración, y mejor toreo se hace. Hay días que lo ves todo negro, piensas que no te van a salir las cosas, y efectivamente no te salen. A mi me pasa que cuando hay un toro que no me gusta y me toca en el sorteo me cabreo. Y ya voy a la plaza con una tensión que dificulta el toreo, y claro, me sale mal.

Es decir, que te condicionas a ti mismo.

Sí, hay algo de eso, sí.

Después de años difíciles para el sector, con muy pocos festejos se espera que la temporada próxima sea más normal. ¿Qué objetivos te has marcado para el año que viene?

Varios objetivos. Confirmar en Madrid creo que es el primordial; voy a cumplir 10 de alternativa, y qué mejor manera que confirmar en Madrid. También empezar a entrar en las grandes ferias, sin que falten las corridas duras.

El tiempo pasa muy rápido y cada temporada es una oportunidad para crecer ¿Cómo te ves profesionalmente dentro de diez años?

Me gusta más vivir el presente, el futuro nadie lo sabe ni me gusta pensar en él.

Y por último, ¿qué tiene la Fiesta de grande para que soporte todos los ataques que sufre de continuo?

La fiesta es lo más grande que hay en el mundo, y creo que por muchos ataques que haya jamás podrán con nosotros. Es la fiesta nacional.

Gracias, Damián por compartir con nosotros tus experiencias, y que tus sueños se cumplan.

Gracias a vosotros.

 

Javier Bustamante

Para Toro Cultura

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