Triunfo de Rubén Pinar ante toros sin aura

Hablar del aura del toro supone adentrarse en terrenos procelosos, pues a falta de evidencia de que exista realmente en el género humano, más difícil aún será demostrar que los bóvidos de sangre brava la portan en su anatomía. Sin embargo quien haya visto, sin ir más lejos, la corrida que este mismo ganadero lidió aquí dos años atrás, que le valió el premio a la bravura, y compare aquéllos con éstos, sabrá de qué se está hablando.

Salían éstos de la a coronada de los toriles finos de cabos, vareados, bien armados, con edad y trapío, corrían tras las capas, topaban con los petos de los montados, empujaban con mayor o menor intensidad sin rehuir el castigo, hacían más o menos por los rehileteros que, generosos, buscaban el embroque, y ya. En el tercio de muerte se descomponían como si un exorcismo les hubiese arrebatado su celo agresivo. Faltó el aura que acompaña a este hierro legendario, no se hicieron presentes alimañas ni toros boyantes, faltó entrega y bravura en la mayor parte del encierro. Faltó el carisma que ha hecho de los Albaserrada un encaste diferencial, sin que por ello la corrida careciera de emoción.

Mas hubo un toreo, éste sí, con alma de artista y corazón de guerrero, que quiso mostrar a la afición burgalesa que su nombre tiene peso en cualquier cartel, y encontró su momento precisamente ante la mayor dificultad. Trasteaba pundonoroso al flojo y noble cuarto cuando pidió música a la banda. Floreaban las notas alegres del pasodoble en el aire denso del coliseum cuando el torero compuso la figura para iniciar confiado una tanda por el pitón derecho, y en el primer pase fue prendido de manera dramática, volteado y suspendido de las astas boca abajo, zarandeado por los pitones merodeando el triángulo de scarpa. Daba la entera impresión de ir herido en zona delicada, mas se incorporó con entereza sin mirarse, arrojó el estoque simulado sobre el albero y toreó al natural sobre ambas manos arrebatado, pisando terrenos de compromiso. Citó con verdad y vació las embestidas con sentimiento y pasión, componiendo el más bello pasaje de la tarde, que prendió en los tendidos la emoción que siempre provoca el toreo verdadero, dando ventaja al toro que se vino arriba ante el envite del matador. Se vivió uno de esos pasajes que la afición valora y premia. Rubén Pinar puso la sal y la pimienta, la técnica y la casta, y por momentos la inspiración de torero sensible y capaz, corriendo la mano con magisterio. Ganó una oreja tras estocada caída y dos golpes de descabello que hacía clarear la puerta grande, puerta que se abrió de par en par tras su larga faena al sexto, coronada con una eficaz estocada que valió el segundo trofeo.

Morenito de Aranda compareció en el patio de cuadrillas como suele, bien peinado y mejor vestido, con un terno catafalco y plata que auguraba la presencia del duende del toreo. Sin embargo no fue para tanto, y su actuación sólo destacó en el recibo de capa al tercero y al quinto, sacando a los medios a dos toros que apretaban y ganaban terreno lidiando con la capa baja, para rematar con sendas medias de sabor añejo. Pasó de muleta a sus tres antagonistas con precauciones, sin la profundidad y quietud que otras tardes ha mostrado en este y otros cosos. Ganó una oreja del que hacía tercero y saludó una ovación tras la lidia del primero.

 

Reseña:

Coliseum de Burgos, 27 de junio de 2021, menos de la mitad del aforo permitido cubierto en tarde cálida y soleada.

Toros de Victorino Martín, bien presentados, en capas negras y entrepeladas; con edad, vareados, bien armados, en tipo de la ganadería salvo el sexto, basto. Primero: Negro entrepelado. Un puyazo duro. Noble, de viaje corto, termina reservón. División de opiniones en el arrastre. Segundo: Negro. Un puyazo duro. Descastado, de viaje corto y embestidas a media altura. Pitos. Tercero: Negro entrepelado. Un duro puyazo. Descastado y deslucido. División. Cuarto: Negro entrepelado. Un puyazo duro y otro suave. Noble y repetidor. Palmas. Quinto: Negro entrepelado, alto y largo. Tres puyazos y un picotazo en dos encuentros con el caballo. Observador de cara alta, de viaje corto. Palmas. Sexto: Negro entrepelado, basto, fuera de tipo. Dos puyazos. Noble, repetidor, duro de pezuña. Ovación.

Morenito de Aranda, de catafalco y plata: Estocada trasera caída y descabello (ovación y saludos). Estocada trasera caída (oreja). Tres pinchazos y estocada (palmas).

Rubén Pinar, de turquesa y oro: Estocada trasera (ovación y saludos). Estocada caída trasera, dos golpes de descabello (oreja). Pinchazo y estocada (oreja).

 

Incidencias:

Primera corrida a pie de la feria de Burgos.

Se respetaron con rigor las medidas de prevención de la peste contemporánea.

Victorino Martín recogió el premio que reconoce a su ganadería como triunfadora del año 2019

Saludaron tras parear José Chacón y Pascual Melillas.

Rubén Pinar salió a hombros de la plaza.

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

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