Apoteosis final en Burgos

 

Volvió la fiesta, en el más estricto sentido del término, al Coliseum burgalés. Casi lleno dentro del aforo permitido de un público con ganas de diversión, toros escogidos, cómodos y nobles, y una terna del máximo estatus que lidió, cada uno según su estilo, ganando un total de siete orejas.

Tras veinte años de alternativa Diego Urdiales hizo el paseíllo desmonterado con gesto solemne, pues era su debut en Burgos, y cabe preguntarse cómo es posible que un coso de esta categoría haya ignorado durante tanto tiempo al arte cristalino que engendra este hombre. Pronto presentó sus credenciales recibiendo a la verónica al terciado primero con trazo clásico. Continuó pasando sobre ambas manos, acariciando la noble embestida del toro de Torrealta con vuelos majestuosos, especialmente por el pitón izquierdo, monumento a la naturalidad y al regusto torero, todo despacio, todo sentido, todo inspiración. Cobró una buena estocada y el palco concedió el primer trofeo. Brindó su segundo al público, comenzando la faena con ayudados por alto y doblones por bajo, calibrando la bravura de un toro castaño, fijo y repetidor, hasta el punto de resultar pegajoso en las primeras series en redondo. Urdiales ligó al natural, anduvo cadencioso sobre su leve pie, concluyó el trasteo con una bellísima serie de frente por el pitón izquierdo, en la que resultó prendido sin consecuencias, y coronó su obra con un volapié canónico que concitó el clamor del público y le valió el doble trofeo.

Emilio de Justo manejó la capa con variedad y rigor toda la tarde. A su primero lo recibió con verónicas largas y profundas, con las zapatillas asentadas en la arena, quitó por chicuelinas y remató con una lenta revolera. En su segundo dibujó de nuevo la verónica, galleó para poner al toro en suerte, quitó por tafalleras abrochando con una larga plena de armonía. Ensayó con pureza el redondo y el natural de frente, en su segundo se deshizo del estoque para pasar al natural sobre ambas manos en una faena llena de equilibrio y solera, para firmar un bellísimo epílogo por bernadinas ajustadas ante el toro con más carbón del encierro, que embestía con la cara alta. Manejó el estoque con decisión, tirándose sobre los morrillos a toma y daca, cobrando dos buenas estocadas que le valieron una merecida oreja.

Roca Rey nunca se deja ganar la pelea. Es un gallo con sed de triunfo que ambiciona convertirse en una figura de época. Se pasa a los toros más cerca que nadie, achica los terrenos hasta quedarse con todo el ruedo y realiza alardes de técnica cada vez que se viste de luces. Domina a los toros por temple, ligazón y conocimiento de los terrenos, con un repertorio que incluye pendulares, pases de las flores, molinetes, circulares invertidos y naturales interminables. Ha mostrado una vez más en Burgos su toreo poderoso, su proverbial serenidad con capa y muleta, y su incontestable contundencia con el acero, pues ha cobrado dos estocadas que le han granjeado tres orejas como premio.

Al finalizar el festejo dos toreros salían a hombros entre el clamor del público, y la afición sonreía satisfecha lamentando que la feria hubiese terminado tan pronto. Feria de alto interés celebrada en unas condiciones muy adversas que demuestra que ésta es una ciudad que vive la cultura del toreo, y que hay una empresa vital, decidida a afrontar los retos que la Fiesta tiene planteados.

 

Reseña:

Coliseum de Burgos, 29 de junio de 2021, casi lleno dentro del aforo permitido en tarde cálida y soleada.

Toros de Torrealta, justos de presentación, de capas variadas; nobles. Primero: Negro, escurrido, pobre de cabeza. Un puyazo. Noble, pronto, fijo, flojo. Ovación en el arrastre. Segundo: Castaño, ojiblanco, bociblanco. Un puyazo. Pronto, noble, flojo. Palmas. Tercero: Castaño, brocho. Un picotazo. Pronto, repetidor, humillado, flojo. División. Cuarto: Castaño, bociblanco. Un puyazo suave. Fijo, pronto y repetidor. Ovación. Quinto: Negro, chico. Un puyazo suave. Fijo, pronto, repetidor con carbón, embistiendo con la cara a media altura. Ovación. Sexto: Burraco. Un puyazo. Noble, repetidor, fijo y de larga embestida. Ovación.

Diego Urdiales, de coral y oro, nuevo en esta plaza: Estocada (oreja). Gran estocada (dos orejas).

Emilio de Justo, de coral y oro: Estocada y tres golpes de descabello (ovación y saludos). Pinchazo y estocada (oreja).

Roca Rey, de catafalco y oro: Estocada desprendida (oreja). Estocada (dos orejas).

 

Incidencias:

Segunda y última corrida a pie de la feria de Burgos.

Se respetaron con rigor las medidas de prevención de la peste contemporánea.

Antes de comenzar la corrida el público cantó con fervor el himno de Burgos.

Diego Urdiales hizo el paseíllo desmonterado, pues tras veinte años de alternativa, se presentaba en Burgos, en sustitución de Enrique Ponce, sorprendentemente retirado del toreo la víspera.

Saludó tras parear Morenito de Arles.

Diego Urdiales y Andrés Roca Rey salieron a hombros de la plaza.

La banda de música amenizó el espectáculo con magníficas interpretaciones de pasodobles, destacando su versión de Nerva.

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

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