El toro de casta gusta a la afición de Bilbao

Echó don Álvaro Domecq ayer en Bilbao una corrida que era una pintura. Capas negras, burracas, castañas y coloradas resaltaban el trapío de un encierro que además desarrollo la casta del toro bravo propia de su casa, y por momentos nobleza. Impresionantes arboladuras en las testas, astifinas y limpias de pitones amenazaban a los toreros desde que salían de chiqueros, pues embestían a señuelos y toreros con la intención de coger. Al finalizar el festejo, una vez que los toreros habían abandonado el albero ceniciento de Vista Alegre, los aficionados de sombra prorrumpieron en una cerrada ovación al ganadero, quien hubo de saludar desde el callejón sombrero cordobés en mano. Más allá de narcótico sabor del éxito, lo que merodeaba la mente del criador jerezano era una duda severa, una duda que ya quedó flotando tras su anterior comparecencia en la Semana Grande precedente, y se refrendó cuando su encierro ganó el premio a la corrida más completa y al mejor toro. “Y ahora, ¿quién me la va a matar?”. Es una de las grandes paradojas de este mundo a veces caricaturesto del toro. El triunfo de un ganadero, cuando lo es por la casta de sus toros, genera sospechas en el escalafón, y son los menos avezados quienes deben pechar con las corridas, lo que provoca lidias menos brillantes y el empobrecimiento del prestigio del hierro. El ciclo es tan corto como pernicioso, y pone en cuestión algunos de los principios sobre los que se sustenta la cultura de la Tauromaquia.

Los espadas de ayer sumaban una sola comparecencia en el coso bilbaíno, la que ofició un año atrás Román ante una corrida de Miura. Era el “cartel de los jóvenes”, bello eufemismo para referirse a los que no pueden elegir con qué encaste anunciarse.

El director de lidia, con tan escaso bagaje, mostró un encomiable valor, lanceó y pasó de muleta asumiendo riesgos ciertos, dejándose llegar los pitones a la altura de las femorales, matando con decisión, especialmente en el toma y daca de su primera estocada de la que salió magullado y tal ves con algún doloroso puntazo. Gran mérito el de Román, castigado duramente por los toros, mas sin volver nunca la cara ni aliviarse.

Gonzalo Caballero se vio superado claramente por sus dos oponentes, navegó por aguas procelosas, y finalmente naufragó al no saber qué hacer para dominarlos y darles una lidia acorde con su temperamento.

Luis David se lució en los lances de capa mostrando una tauromaquia variada, pues instrumentó verónicas, gaoneras, chicuelinas, tafalleras, navarras y lopecinas con vistosidad y ajuste. En el tercio de muerte practicó un toreo valiente, mas superficial y encimista que sirvió para que el público bilbaíno le premiara con una generosa oreja.

Si Torrestrella volviera a ganar los premios de Bilbao 2018, y en consecuencia lidiara en este coso la temporada que viene, un enigma se cierne sobre la cartelería, pues habrá de buscarse matadores poco rutilantes para toros brillantes.

A la afición de Bilbao le sigue gustando el toro de casta.

 

Reseña:

 

Plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao, 20 de agosto de 2018, menos de un cuarto del aforo cubierto en tarde soleada.

 

Toros de Torrestrella, de gran trapío y romana, en capas negras, burracas, castañas y coloradas. Encastados. Primero: Negro bragado y listón. Aplaudido de salida. Dos puyazos. Duro y encastado. Palmas en el arrastre. Segundo: Burraco. Aplaudido de salida. Dos puyazos, uno de ellos a favor de querencia, y un picotazo. Duro y encastado. División de opiniones. Tercero: Burraco claro. Palmas de salida. Dos puyazos. Bravo. Ovación. Cuarto: Burraco claro. Dos puyazos empleándose. Duro y encastado. Ovación. Quinto: Castaño obscurro chorreado. Palmas de salida. Dos duros puyazos, el segundo rectificando. Duro y encastado. Palmas al arrastre. Sexto: Colorado bragado, girón, lucero, calcetero. Dos puyazos, el segundo rectificando. Bravo y noble. Ovación.

 

Román, de azul turquesa y oro: Estocada a toma y daca tendida trasera (ovación y saludos). Estocada caída y trasera (Ovación y saludos tras aviso).

 

Gonzalo Caballero, de canela y oro: Un pinchazo y estocada (silencio). Dos pinchazos hondos y cuatro descabellos (silencio).

 

Luis David, de nazareno y oro: Estocada trasera recibiendo y un golpe de descabello (oreja). Estocada (ovación).

 

 

Incidencias:

 

Segunda corrida a pie de la feria de Semana Grande de Bilbao.

Gonzalo Caballero fue atendido en la enfermería por una lesión en el hombro derecho producida al estoquear a su segundo toro.

 

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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