Ginés Marín brilla en la obscuridad

Las pardas arenas del coso de Cuatro Caminos acogieron ayer una corrida de Antonio Bañuelos que hizo juego con el tono del albero. Negros y castaños se mimetizaban con la opacidad del ruedo, que absorbía toda la luz que el sol proyectaba sobre la escena, hasta el punto de ser necesario el uso de luz artificial. Toros de diferente presentación, desde el voluminoso y musculado segundo, que dio 649 kilos en la romana, hasta el negro chico y escurrido jugado como sobrero en sexto lugar, de casi 200 kilos menos. Su comportamiento fue plúmbeo, pues predominó la falta de casta cuando no la mansedumbre, como un segundo parado y brusco que se revolvía con la cara alta buscando lidiadores.

Sin embargo hubo una excepción. Fue el tercero, escurrido y de poca caja en negro, que desarrolló boyantía en su nobleza, repitiendo incansable prontas embestidas con la cara baja. Y ahí surgió con brillo en oro y rosa la figura espigada de Ginés Marín, que hizo el toreo fundamental por ambos pitones, en series ligadas, con ajuste y ritmo, mandando sobre las ansiosas embestidas, componiendo una faena de gran belleza. Firme y dominador de principio a fin, sintió el estro del toreo en faena larga, bien concebida, con especial relieve en las series al natural, que fueron canónicas. Se tiró a matar con verdad dejando una gran estocada que valió por dos orejas. En su segundo, flojo y descastado, practicó un arrimón innecesario, ocupando por momentos el espacio que queda entre los pitones mirando al tendido. El público agradeció su entrega, y especialmente la inspiración con que procedió con el toro del triunfo.

Sebastián Castella hubo de aplicar su sapiencia para matar al manso primero, que huía sin ambages por todo el perímetro del ruedo, especialmente en el momento de estoquear. Más lucido en su segundo en faena de dos partes, la primera clásica y hierática, la segunda más bizarra, pasando al filo de los pitones. El público le sacó a saludar reconociendo su compromiso.

Emilio de Justo sorteó un lote deslucido, con un castaño a la defensiva que buscaba lo que había junto a la muleta, y uno negro sin raza que claudicó antes de lo previsible. Tiró una gran estocada en su primer turno, de esas que lo significan, ganando también el reconocimiento del público.

El toro del triunfo, ese tercero al que Ginés Marín dio fiesta, fue brindado a Morante de la Puebla, presente en el tendido a la espera de reaparecer hoy tras dos meses de mutismo. Parece un buen augurio que a buen seguro estimuló al genio.

Reseña:

Plaza de toros de Cuatro Caminos de Santander, lunes 22 de julio de 2024. Tres cuartos del aforo cubierto en tarde templada y luminosa.

Toros de Antonio Bañuelos en capas negras y castañas. De hechuras y comportamiento desiguales, como a continuación se detalla, predominando la falta de casta.

Primero: Negro, con volumen y poca cara. Un picotazo. Manso de feo estilo. Pitos en el arrastre.

Segundo: Castaño de mucho cuerpo y poca cara. Un puyazo. Tardo, con la cara alta buscando al torero. Pitos.

Tercero: Negro, chico. Un puyazo saliendo suelto. Boyante. Ovación.

Cuarto: Castaño; ditraído de salida. Un puyazo saliendo suelto. Noble, repetidor con carbón. Palmas en el arrastre.

Quinto: Negro. Un puyazo flojo sin emplearse. Bajo de casta claudica pronto. Silencio.

Sexto: Castaño, se descuerda tras chocar contra un burladero.

Sexto bis: Negro, muy chico. Un puyazo trasero saliendo suelto. Flojo y descastado. Silencio.

Sebastián Castella, de grana y oro: Pinchazo y estocada (silencio tras aviso). Estocada trasera y dos golpes de descabello (ovación y saludos tras aviso).

Emilio de Justo, de azul Bilbao y plata: Gran estocada (ovación y saludos). Pinchazo y estocada (silencio).

Ginés Marín, de rosa y oro: Gran estocada (dos orejas). Estocada caída (silencio).

Incidencias:

Tercer festejo de la Feria de Santiago en Santander.

La banda de música interpretó el himno nacional antes de romper el paseíllo.

Morante de la Puebla, anunciado en este coso para el día siguiente, asistió a la corrida como espectador.

Los focos del coso estuvieron encendidos durante casi todo el festejo.

Ginés Marín salió a hombros del coso.

El festejo duró dos horas y tres cuartos.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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