El toro de casta marca las diferencias

Salían ayer de toriles los de Ana Romero enseñoreando trapío en cárdeno, finos de cabos, sin excesos de romana, alegres, buscando señuelos en francos galopes, y pronto se vio que su casta iba a lucir sobre las arenas de la Bombonera. Duros de pezuña, se movían impetuosos con su mirada de azabache amenazante, y lo hacían siempre con la clara intención de coger, que es consustancial al toro de raza. Se empleaban en varas con mayor o menor intensidad, mas nunca con desidia, apretaban en banderillas y hacían hilo con los rehileteros, las más de las veces con la cara alta, pues nunca fue fácil prender garapullos en los toros de esta casa. Y ya estaban las cartas echadas para el tercio de muerte.

Diego Urdiales, siempre fiel a su concepto, intentó el toreo clásico con el abreplaza, sin embargo no era lo que el toro admitía, y sufrió dos acosones serios, defendiéndose con la muleta corriendo hacia atrás, de modo que optó por un práctico macheteo hasta igualar y entrar a herir. Tres pinchazos dejó en lo alto, pues el toro se defendía y en el tercero fue alcanzado, prendido y lo lanzado por los aires, cayendo a plomo sobre un costado, rebañado después en el suelo hasta que llegó el quite salvador. Herido con varias costillas rotas y varetazos por todo el cuerpo pasó a la enfermería de la que fue derivado a un hospital de la capital en el que sigue en observación.

Así las cosas la corrida quedó en un mano a mano entre dos de los matadores en mejor momento, y el desafío evidenció quién es quién en la lidia seca y dura del toro de casta.

Borja Jiménez manejó la capa con inspiración en verónicas de recibo estirándose con bellas maneras. Inició sus trasteos con doblones muy toreros con intención de fijar y poder a los cárdenos, y continuó en faenas largas sobre ambas manos, con entrega y firmeza. Pero la casta impulsaba a los santacolomas a acometer sin descanso, en todos los terrenos y a todas las distancias. Su segundo desarrolló además sentido en una lidia sin cuartel, que desbordó por momentos las intenciones de lucimiento del torero. No hubo dominio ni sensación de poder, y el premio, en forma de ovación en ambos turnos, reconoció la entrega y el valor del bravo espada.

Daniel Luque hubo de matar cuatro toros por la cogida del director de lidia, y lo hizo con la serenidad que acostumbra, sin alardes ni populismo de ninguna clase. Incluso hizo callar a la banda de música, pues pronto supo que su primero era toro de brega más que de lucimiento. El compromiso que tiene con la feria de Azpeitia, a cuyo organizador brindó la muerte del cierraplaza, es inquebrantable, y lo demostró con tres trasteos largos, en los que el mando, la quietud y el ajuste fueron señas de identidad. Siempre encontró la manera de añadir una serie más a cada faena, con eficacia, ante tres cárdenos encastados, fieros por momentos, que exigían firmeza y dominio, y vendían cara su muerte.

Ayer en el coqueto coso guipuzcoano, se vivió una tarde de intensa emoción, con toros duros y encastados ante los cuales sólo vale el valor y el dominio. Y fue Daniel Luque quien mejor encarnó esos valores que le convierten en gran triunfador con dos salidas a hombros consecutivas.

Reseña:

Plaza de toros de Azpeitia, jueves 1 de agosto de 2024. Más de tres cuartos de entrada en tarde nubosa.

Toros de Ana Romero bien presentados, en el tipo de la casa, cárdenos y fibrosos. Duros y encastados.

Primero: Cárdeno, bien presentado. Un puyazo fuerte empujando. Duro, encastado con carbón. División de opiniones en el arrastre.

Segundo: Cárdeno claro, con trapío. Un puyazo duro sonando el estribo. Encastado con carbón. Ovación.

Tercero: Cárdeno claro de bella estampa aplaudido de salida. Un puyazo fuerte. Duro, encastado, con carbón. Palmas.

Cuarto: Cárdeno obscuro salpicado de gran trapío, ovacionado de salida. Un puyazo. Duro y encastado. Ovación.

Quinto: Cárdeno facado. Dos puyazos saliendo suelto. Encastado con pies y carbón. Ovación en el arrastre.

Sexto: Cárdeno de salida alegre. Un puyazo y un picotazo. Duro e incierto. Palmas.

Diego Urdiales, de verde botella y azabache: Tres pinchazos siendo cogido en el último. Pasa a la enfermería.

Daniel Luque, de purísima y oro: Estocada y tres golpes de descabello en el que mató por Urdiales (palmas). Estocada desprendida (oreja). Estocada (oreja). Estocada atravesada y un golpe de descabello (oreja tras aviso).

Borja Jiménez, de verde hoja y oro: Estocada caída tendida (ovación y saludos). Pinchazo hondo y media estocada (ovación y saludos).

Incidencias:

Segundo festejo de la feria de San Ignacio de Azpeitia.

Muchos jóvenes en los tendidos que jalearon los éxitos de los toreros sin interferir en ningún momento en el buen desarrollo de la lidia.

Diego Urdiales, que resultó herido con dos costillas rotas y múltiples contusiones, fue trasladado a un hospital de San Sebastián.

Daniel Luque salió a hombros del coso por segunda tarde consecutiva.

El festejo duró casi dos horas y media.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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