Manzanares

El valor de la estética.

El patio de cuadrillas de la plaza de la Ribera era ayer, instantes antes del comienzo de la corrida, un hervidero de aficionados, tantas mujeres como hombres, a la caza de la foto que subir al perfil de las redes sociales.

La escena resultaba  sorprendente, pues de los tres espadas que esperaban el comienzo del festejo,  sólo uno arremolinaba ante si a un centenar de personas que le saludaban, posaban o simplemente admiraban al diestro, mientras los otros dos, uno titular y otro sobresaliente, combatían la tensión charlando con la cuadrilla o apurando un cigarrillo, ajenos a semejante trajín.

Cuando se rompió el paseíllo y salió el toro, se pudo apreciar con toda nitidez cuál es el valor de la estética, que no es otro que la diferencia entre gustar y arrebatar.

El diestro “admirado”, de nombre José María Manzanares, viste con sedas caras, tonos profundos, alamares destellantes, chaquetilla corta y taleguilla ceñida. Peina con esmero cabellos azabache y luce en la coleta un mechón rubio que da para ensayar un enigma. Sus andares son armoniosos, su postura aflamencada, su movimiento de brazo suave, su trazo limpio y su giro de muñeca preciso.

El diestro “obviado”, de nombre Paco Ureña, derrocha valor cada tarde, pisa terrenos comprometidos, ciñe los pases en la misma cadera, se pasa los pitones rozando la seda, jamás rectifica, soporta parones y miradas del toro con un valor sereno que eriza la piel y acelera el latido.

Ambos vistieron ayer de azul marino y oro, ambos se aproximaron mucho a su canon, ambos desplegaron sin ambages su Tauromaquia, ambos pasaron de muleta a sus toros con solvencia, mas al final del festejo la afición seguía posando con Manzanares.

Reseña:

Plaza de toros de Logroño, 21 de septiembre de 2014, tres cuartos de plaza en tarde calurosa.

Dos toros desmochados de Carmen Lorenzo para el arte del rejoneo con embestida alegre y noble.

Cuatro toros de Juan Pedro Domecq, justos de presentación, primero inválido, los otros tres nobles, descastados  y flojos.

Hermoso de Mendoza: Silencio y dos orejas.

Manzanares: Silencio y oreja.

Ureña: Silencio y aplausos.

 

 

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