Fotografía taurina en CYL

La Filmoteca de Castilla y León, administrada por la Junta, dispone de un fondo documental compuesto por varios millones de fotografías y videos procedentes de donaciones, de asuntos muy diversos, entre los cuales la Tauromaquia ocupa un lugar destacado.

Fotógrafos como Luis Cortés,  Ángel Esteban, Venancio Gomabau, Ángel de Horma, Ángel Laso,  José Núñez, Salvador Polo, Ángel Quintas  y un largo etcétera, han legado un patrimonio cultural de gran interés para el aficionado al toreo, ya que a través de las imágenes en tonos sepia, puede indagarse y comprenderse la evolución de la tauromaquia a lo largo del siglo XX

La colección refleja un amplio espectro de motivos propiamente taurinos o bien lindantes con la lidia, como son toros en el campo, faenas camperas, toreo a campo abierto, cartelería taurina, desenjaules, suertes de varas sin peto, lances ajustados de capa, muleteo garboso, capeas, encierros, cuadrillas al completo, aficionados en los tendidos, colas en las taquillas, paseíllos y gentes del campo y la plaza. Todas ellas tocadas por el tipismo y el misterio que envuelve al toreo.

La colección sirve también para apreciar cómo ha evolucionado la arquitectura taurina, pues en ella aparecen plazas de obra, como la Glorieta  salmantina, y otras artesanales, elaboradas con talanqueras, carros y empalizadas, cosos vetustos ahora remozados, como el de Toro, e incluso alberos rectangulares improvisados sobre la Plaza Mayor de Salamanca.

El fenotipo toro ha cambiado mucho en este siglo. Las fotos de mayor antigüedad muestran bureles en la mayor parte de los casos vareados y chicos, con más o menos edad, miradas amenazantes y costillares marcados bajo la piel, que contrastan con el morrillo, la culata musculada y la capa zaína de las reses de los últimos años.

También la indumentaria de los lidiadores ha evolucionado. Los tipos más antiguos que se exhiben en el fondo documental ciñen ternos ajados, desajustados en la mayor parte de los casos, escasamente lustrosos con discretos oros y platas. Los matadores de finales de la centuria muestran mayor exuberancia en sus vestidos, tejidos con ricas sedas abigarradas y oros relucientes, claro indicio de la evolución de la estética de la fiesta.

Se trata, en suma, de una mirada profunda y descarnada a la sociedad castellana del siglo XX bajo el prisma evocador de la Tauromaquia, nexo de unión entre personas de diversos estamentos, que se funden en la más popular de las fiestas.

Una selección de las mejores instantáneas constituye la colección que la Consejería de Cultura muestra de forma itinerante por las principales poblaciones de la Comunidad, acercando la historia de la Tauromaquia a las personas, reivindicando así la dimensión cultural del toreo.

Hasta el momento han sido mostrada en las principales capitales de la comunidad, si bien la Junta manifiesta su interés de continuar exhibiéndola en nuevas salas de poblaciones castellanas, lo que constituye una buena oportunidad para que aficionados y espectadores se aproximen a la historia más reciente del ancestral rito taurino.