Roca Rey, héroe popular

Llegaba la primera espada al coliseo mayor, en medio de una gran expectación, con el cartel de “no hay billetes” colgado desde antes del mediodía, y brindó una tarde épica, de enorme compromiso, que le encumbra a la categoría de héroe popular. Para que tal cosa ocurriera no sólo se enfrentó a un toro duro e incierto que embestía con la clara intención de coger, sino que hubo de soportar la crítica ácida de una pequeña parte del público que censuraban al dueño del cetro lo que muchos hacen pero se les tolera. Es cierto que la faena no fue limpia, hubo enganchones, pases precipitados, no siempre ajustados, y casi no pudo componer la figura, mas la lidia lo fue de verdad, de poder a poder, con firmeza, tratando de ganar el terreno y poder con la aviesa acometida de “Soplón”, uno negro de Fuente Ymbro serio y exigente. Brindó al público y comenzó en trasteo de rodillas en redondo con un pase cambiado de verdadera exposición, continuó de pie sobre ambas manos, en series algo aceleradas, y entonces fue cuando unas decenas de aficionados, recriminaron al torero la falta de ortodoxia, de manera tan ostensible como molesta. Se enrabietó el número uno, tratando de arrimarse para acallar la censura y llegó la cogida en un remate de pecho. Brutal fue el derrote que alcanzó el muslo derecho hiriéndolo y lanzándolo por los aires. Espeluznante la caída sobre el cuello. Pavoroso el modo en que lo prendió por la hombrera. Sobrecogedor el zarandeo de su cuerpo inerme. Segundos que quemaban con la sensación de fatalidad. Las cuadrillas lo enderezaron y el maestro, sin mirarse, volvió a la cara del toro, desafiante, espoleado por el orgullo de figura grande. El público, estremecido, montó en cólera volviéndose contra esa pequeña porción del tendido siete, culpabilizándola del percance. Aún tuvo tiempo el muletero de trazar dos series de mérito al borde de una nueva cogida entre el delirio de la gente, absorta ante la lección de entrega a la que estaba asistiendo. Montó finalmente la espada matando a la segunda, prólogo del clamor y vuelo de pañuelos que valieron un trofeo. Aguantó a pie firme Roca Rey hasta recibir la oreja de manos del alguacilillo, para pasar por su propio pie a la enfermería donde se le intervino bajo asistencia general de dos cornadas en el muslo derecho que totalizaban treinta centímetros. Y el pueblo se volvió otra vez contra el siete, pues los héroes son sagrados.

Paco Ureña hubo de matar tres toros sin posibilidades de lucimiento. El descastado primero apenas ofreció alguna embestida franca que permitió pases aislados de gran pureza. El descompuesto y tardo cuarto siguió los señuelos sin entrega, lo que no obstó para que el matador planteara  una faena larga, de entrega y valor, con estatuarios de inicio y algún embroque de mérito, mas sin ritmo ni lucimiento. El cierraplaza desarrolló sentido buscando más allá de los paños, revolviéndose y soltando la cara, mereciendo el macheteo que le aplicó el espada. Saludó dos ovaciones como reconocimiento a su concepto y voluntad.

Víctor Hernández fue capaz de conducir la violenta embestida de su primero en series meritorias, templadas y ligadas desde la quietud. Dibujó un par de trincherillas de cartel y desafió a los arreones del toro en una serie final de bernadinas de auténtica exposición, tanta que fue cogido en la primera sin resultar herido. Mató sin error y logró un trofeo. En su segundo, duro y deslucido, mostró idéntica disposición y técnica, siendo golpeado en la cara por la pala. Sin embargo estoqueó mal y el premio se limitó a una fuerte ovación saludada desde el tercio.

La afición quiere héroes capaces de lograr triunfos improbables desafiando a la lógica, y ayer Andrés Roca Rey fue investido de tal dignidad con todos los honores.

Reseña:

Plaza de toros de Las Ventas, domingo 6 de octubre de 2024. Lleno de “no hay billetes” en tarde nubosa y templada.

Toros de Fuente Ymbro, con edad, romana y gran trapío en capas negras. Duros y exigentes, de comportamiento diverso.

Primero: Negro, de impresionante trapío, aplaudido de salida. Un puyazo y un picotazo. Abanto, distraído y manso. Silencio en el arrastre.

Segundo: Negro. Dos puyazos arrancando de largo empujando. Con pies y carbón, con celo y embestida incierta. Silencio.

Tercero: Negro, cornalón, muy serio, aplaudido de salida. Tres heridas en la suerte de varas cabeceando y saliendo suelto. Duro, incierto, escarba, embiste a arreones soltando la cara. Pitos en el arrastre.

Cuarto: Negro listón chorreado, cornalón, muy serio, aplaudido de salida. Un puyazo y un picotazo arrancándose de largo saliendo suelto. Duro, descompuesto, de viaje corto con la cara alta. Pitos en el arrastre.

Quinto: Negro listón cuajado y bien armado. Dos puyazos yendo solo al caballo saliendo después suelto. Duro, descompuesto, embistiendo a arreones, de viaje corto con la cara alta. Ovación.

Sexto: Negro, de excelente presentación. Un puyazo y un picotazo saliendo suelto. Duro, de viaje corto, revolviéndose violento. División.

Paco Ureña, de rosa y oro: Estocada y dos golpes de descabello (Ovación y saludos tras aviso). Estocada baja (ovación y saludos). Pinchazo, estocada pescuecera (silencio).

Roca Rey, de canela y oro: Pinchazo, estocada y dos golpes de descabello (oreja tras dos avisos). Herido de gravedad pasa al quirófano.

Víctor Hernández, de primera comunión y oro: Estocada (oreja tras aviso). Metisaca, pinchazo y estocada (ovación y saludos).

Incidencias:

Último festejo de la Feria de Otoño de Madrid.

Roca Rey fue operado en la enfermería de dos cornadas en el muslo derecho que totalizan treinta centímetros de herida de pronóstico grave. Fue conducido después a un centro hospitalario donde quedó internado.

Víctor Hernández fue atendido en la enfermería de un golpe en la cara que requirió varios puntos de sutura.

La corrida duró dos horas y cuarto.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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