Mucho más que toreo

La Glorieta de Salamanca acogió ayer una refinada lección de ética amenizada por un espectáculo taurino. Un hombre, que ha expuesto sus debilidades y sufre en silencio sin saber por qué, dictó una clase magistral sobre cómo comportarse en el ruedo y, por extensión, en la vida misma.

Todo lo que hizo fue verdad, citando en corto donde el toro ve y hiere, ofreciendo los señuelos a la vez que las femorales para que él elija.

Todo fue al compás, con movimientos armoniosos, coordinando cada músculo desde la naturalidad, sin gestos superfluos, todo al servicio del arte.

Todo desde el compromiso con el sacerdocio que ejerce y con el público que le sigue y le adora. Desde los lances de recibo de rodillas, hasta la estocada que le dio el triunfo máximo. Desde los ayudados por alto de hinojos en el tercio, hasta el natural eterno del quinto. Sin un alivio, sintiendo el calor de los pitones cerca de la taleguilla, sin una rectificación, sin oropel, sin darse importancia con desplantes estériles.

Todo con el máximo respeto, ceremonioso a veces, como en el brindis que dedicó a una leyenda del toreo local, Santiago Martín El Viti.

Todo con generosidad, compartiendo la ovación del público al romper el paseíllo con su compañero de cartel, saliendo a hombros de su mano pese a la abismal diferencia de méritos, firmando autógrafos y concediendo entrevistas antes y después del rito, con gesto amable, sin prisa ni apremio. Dejándose envolver por cientos de jóvenes que invadieron el ruedo al finalizar el festejo para honrarlo y sacarlolo en volandas por la puerta grande.

Todo con serenidad, despacio, esperando paciente cada momento, cada serie, cada embroque, dando la sensación concederle al tiempo el derecho a dictar sus normas.

Todo con imaginación, eligiendo la suerte más adecuada a cada trance. Tijerillas de rodillas y erguido, largas de recibo a pie firme, verónicas tan lentas como templadas, chicuelinas de su trazo, molinetes a dos manos, naturales de ensueño, molinetes invertidos, pases de pecho acariciando el lomo del toro, redondos por los cuatro puntos cardinales. Toreo como flujo de la inteligencia creadora que no le cabe en el alma y se manifiesta sin avisar.

Y el rostro. El rostro que nunca miente. Que expresa concentración máxima justo antes de salir el toro. Contrariedad contenida cuando hubo de machetear por la cara al tercero con la misma torería que pueda mecer la verónica en faenas de brillo. Alegría por el triunfo y complicidad con el público entregado en una interminable vuelta al ruedo.

 

Morante se está convirtiendo en un símbolo para muchos, especialmente jóvenes, que son capaces de ver en su figura no sólo un torero de inspiración deslumbrante, sino un depositario de valores que les gustaría hacer suyos para transitar por la vida con la máxima dignidad.

Este hombre, que ya es eterno, no debería morir nunca.

 

 

Reseña:

 

Plaza de toros de La Glorieta de Salamanca, sábado 14 de junio de 2025. Más de tres cuartos del aforo cubierto en tarde calurosa.

 

Toros de La Ventana del Puerto (1º), Puerto se San Lorenzo (4º), Garcigrande (2º y 5º) y García Jiménez (3º y 6º), de discreta presencia en capas negras y colarada. De juego diverso.

 

Primero: Negro mulato. Dos puyazos y un picotazo sin emplearse. Flojo y descastado. Pitos en el arrastre.

Segundo: Colorado. Un puyazo empleándose. Deslucido de viaje corto. Pitos.

Tercero: Negro bragado. Un puyazo duro. Flojo y tardo. Pitos en el arrastre.

Cuarto: Negro, corpudo, abanto. Un fuerte puyazo. Flojo y descastado. Silencio en el arrastre.

Quinto: Negro, de escaso trapío. Un puyazo duro. Bravo. Vuelta al ruedo.

Sexto: Negro bragado. Un fuerte puyazo. Flojo y noble. Palmas.

 

 

Morante de la Puebla, de raso turquesa e hilo blanco con medias blancas: Tres pinchazos y estocada baja (ovación). Pinchazo y estocada habilidosa (silencio). Estocada (dos orejas y rabo).

 

Marco Pérez, de chenel y oro: Estocada atravesada que hace guardia, dos pinchazos y estocada tendida (palmas). Tres pinchazos, estocada delantera y cinco golpes de descabello (silencio). Pinchazo, estocada perpendicular y descabello (dos orejas).

 

 

 

 

Incidencias:

 

Corrida en honor de San Juan de Sahagún.

Al finalizar el paseíllo la banda de música interpretó el himno nacional.

El público les sacó a saludar antes de la suelta del primer toro.

Al finalizar la lida del segundo la corrida se interrumpió durante cinco minutos para que “se coloque el personal” (sic)

Los dos matadores salieron a hombros del coso.

 

El festejo duró algo más de dos horas y media.

 

 

 

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

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