torero con capote

Sin toros no hay toreo

Lo que acontece en una plaza durante dos horas y media de función, cuando hay toros, es siempre mágico, impredecible y trascendente. Caben la épica, la tragedia y la lírica, como géneros mayores, inherentes a la cruda y gloriosa realidad de la lidia.

Sin embargo, la neotauromaquia, que se abona a la corrida de toros sin toros, puede alinearse en subgéneros menos emotivos, como el costumbrismo, el musical, la comedia, la farsa y hasta el esperpento.

Los sucesos acaecidos esta tarde en el centenario coso de El Puerto han sido variados en forma y fondo, y atendiendo al rigor que se exige a este relato, va a procederse a enumerar, sin juicios de valor, hechos objetivos, para que el lector sepa perfectamente a qué atenerse.

Los bóvidos enviados en primera instancia por los titulares de El Grullo fueron rechazados por la autoridad veterinaria, y a las 14 horas no había aún género que lidiar.

A la hora convenida para el combate, veinte horas, el bando que vestía de luces componía figuras armónicas, estiraba los brazos toreando de salón, saludaba al público de barrera y aguardaba la salida de toriles de sus antagonistas.

Cinco minutos después comenzaron a desfilar siete animales tullidos, huyendo del los señuelos las más de las veces, evidenciando poco celo y ningún espíritu de lucha.

Una señora que desde el tendido denunciaba la insignificancia de los toros de Núñez del Cuvillo, hubo de escuchar de boca de Morante, genio de la torería que trasteaba con aseo, la frase: “Señora, ¿podría callarse un momento?”

Un caballero de mediana edad, aprovechando de manera alevosa el silencio que enmarcaba el segundo trasteo del genio de La Puebla, gritó ostensiblemente “Viva la madre que te parió”

Pasaba de muleta Cayetano al que hizo quinto, tratando de contener su huida, cuando una voz del sol gritó en demanda de música, a lo que otra voz anónima de la sombra respondió “Cómprate una radio”

En ese mismo turno, ante el esfuerzo necesario para mantener la atención del toro, el matador decidió descalzarse, arrancando una de las ovaciones más intensas de la tarde, vítores y frases admirativas de su reconocida belleza.

Faenaba Ginés Marín con el sexto cuando un espectador de la grada de sol se levantó y ensayó un sentido cante, se hizo el más absoluto silencio y el público prorrumpió en una atronadora ovación, tal vez la más sentida de toda la función.

El público de El Puerto, que es un bendito de dios, valoró de forma amable la labor de los toreros, premiándolos con ovaciones y hasta con una oreja, censuró con cuatro pitadas el comportamiento del ganado, y comprendió sin ambages que sin toros no hay toreo.

Esta idea, que raya la tautología, parece que no se comprende bien en algunos ámbitos del toreo, y mientras las plazas se van despoblando, pues lo que tarde tras tarde se vive en el albero no es el rito ancestral que anuncian los carteles y glosa la memoria colectiva, sino un subgénero sin pasión ni emoción.

Tal vez el aficionado esté aún a tiempo de exigir que las corridas de toros se celebren con toros, en el sentido estricto del término.

 

Reseña:

 

Plaza de Toros de El Puerto de Santa María, seis de agosto de 2017, tres cuartos del aforo cubierto en tarde y noche calurosas.

 

Toros de Núñez del Cuvillo, chicos, vareados, mansos y descastados. Primero: Un puyazo derribando; flojo, manso y descastado. Pitos. Segundo: Un puyazo al relance; flojo, manso y descastado. Pitos. Tercero: Un puyazo; flojo y descastado. Silencio. Cuarto: Se descuerda en los lances de recibo. Cuarto bis: Un puyazo; flojo y descastado. Palmas .Quinto: Un puyazo; flojo, descastado y manso. Pitos. Sexto: Un puyazo; flojo, manso y descastado. Silencio.

 

Morante de La Puebla, de verde botella y oro: Pinchazo (ovación y saludos). Metisaca, estocada y tres golpes de descabello (ovación y saludos tras dos avisos)

 

Cayetano, de turquesa y oro: Metisaca y estocada trasera (ovación y saludos). Estocada trasera tendida y dos golpes de descabello (ovación y saludos)

 

Ginés Marín, de celeste y azabache: Pinchazo hondo (oreja). Estocada y descabello (ovación y saludos tras aviso).

 

 

Incidencias:

Cayetano sustituye a José María Manzanares, herido.

Ginés Marín hace el paseíllo envuelto en el capote de paseo que usó Manolete el 28 de agosto de 1.947 en Linares, cedido por Álvaro Domecq.

 

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

 

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