Apoteosis de El Fandi y toreo cabal de Toñete, ambos por la puerta grande

Salió impetuoso el primer toro, rematando en las tablas con tal saña que abrió sendos boquetes en la barrera, el segundo de los cuales mostraba una puerta de paso al callejón, y dejaba al descubierto el burladero de fotógrafos. El público, pendiente de este avatar, apenas tuvo tiempo de ver como El Fandi clavaba las rodillas en el albero del tercio, recibía con dos largas cambiadas al toro, y continuaba a la verónica también de rodillas. Lo que ocurrió desde ese instante hasta que cruzó a hombros junto con Toñete bajo el dintel de la puerta grande sólo se explica por la versión más contundente de su tauromaquia.

Este hombre es un excelente profesional que mantiene, después de tantos éxitos y tanto dinero ganado, la ilusión por el triunfo, se entrega a los públicos y practica un toreo espectacular, basado en unas condiciones físicas portentosas. Ayer capeó de pies y de rodillas, por verónicas, navarras, revoleras, largas y chicuelinas; clavó al violín, al cuarteo y en moviola; trasteó al natural y en redondo, molinetes, pases de las flores, manoletinas, trincherazos y pases de la firma; se adornó de frente y de espaldas; mató al volapié y en la suerte de recibir. Todo con una gran decisión que conecta con el público, quien admira su arrojo y su capacidad técnica para resolver ante cualquier contratiempo. Ayer sorteó un noble y repetidor primero que embestía humillado, y un incierto segundo, muy protestado por el público por su apatía, que resultó ser un manso con poder a quien El Fandi, con dos orejas ya en el esportón, realizó una faena de dominio técnico, sujetándolo al en los medios, trazando muletazos de gran mérito que pocos en el escalafón habrían podido proponer.

Toñete practicó el toreo fundamental en una clave mucho más clásica. Hubo de cuidar a su inválido primero pasándolo con suavidad a media altura y extraer pases de su segundo, achicando los terrenos, pues el toro no mostró ningún celo. Su labor fue meritoria y premiada con una oreja en cada turno.

Cayetano, triunfador en el Coliseum un año atrás, estuvo aseado, toreando a media altura a sus flojos oponentes, sin hondura, por lo que su premio se redujo a un solo trofeo, lo que frustró una posible salida a hombros junto a sus compañeros.

El Fandi es ya un torero de Burgos, querido por las peñas y admirado por una afición que sabe valorar la entrega y la profesionalidad de los lidiadores.

Reseña:

Coliseum Burgos, 2 de julio de 2019, más de tres cuartos del aforo cubierto en tarde cálida.

Toros de Román Sorando , con romana, musculados, bien presentados en capas negras y castañas. Nobles y justos de casta. Primero: Negro, cuajado. Un puyazo suave. Noble y flojo. Ovación en el arrastre. Segundo: Castaño de bella estampa, recogido de cuerna. Un puyazo duro trasero y caído. Flojo y noble. Palmas. Tercero: Castaño.Un picotazo. Muy flojo, repetidor y noble. Palmas. Cuarto: Castaño. Un picotazo huyendo y un puyazo. Manso con poder. Palmas. Quinto: Castaño chorreado de bella lámina. Un puyazo trasero. Flojo y noble. Silencio. Sexto: Negro musculado. Un picotazo. Noble y repetidor. Palmas.

El Fandi, de berenjena y oro: Gran estocada (dos orejas tras aviso). Estocada trasera en la suerte de recibir (oreja).

Cayetano, de azul cobalto y oro: Estocada (oreja). Pinchazo y estocada trasera (ovación y saludos).

Toñete, de azul marino y oro: Estocada caída (oreja). Estocada trasera (oreja).

Incidencias:

Cuarta corrida de la feria de San Pedro.

El Fandi y Toñete salieron a hombros del Coliseum.

El primer toro destrozó de salida la barrera en dos partes diferentes, siendo reparada con eficacia por los carpinteros de la plaza.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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