Pablo Aguado esboza el toreo

Venía el joven Pablo Aguado a presentarse en Burgos en sustitución de Roca Rey y se colgó el cartel de “no hay billetes”. Se especulaba la víspera sobre el efecto que tendría en taquilla la baja de la principal figura del momento, y cuando una hora antes del comienzo quedaban sólo cien entradas a la venta se supo que Aguado había suscitado incluso más interés que Roca. Buena noticia para la Fiesta, hay jóvenes que apasionan a los públicos.

No hubo mucho debate sobre la cualidad del sustituto, pues ya durante el paseíllo se vio un andar tan firme como garboso, y desde que se abrió de capa hasta que abandonó el Coliseum entre las ovaciones del público, su actuación se enmarca en el mágico concepto de la torería.

Torea despacio, mece los señuelos con suavidad proverbial, compone la figura con armonía, se mueve por el ruedo con majeza, crea expectación en el preámbulo de cada serie, solemniza cada pasaje de la lidia, anda con gallardía en la cara de los toros, remata las series con pinturería sevillana, se viste y peina como una figura clásica, y lo hace todo sin prisa, despacioso, pervirtiendo el tiempo, como los toreros buenos. Por momentos es capaz de jugar con la música, acompasando el trasteo a la notas de “Nerva”, en un ejercicio de gran intensidad estética.

Lástima que enfrente no hubiera bravura con la que lidiar, de modo que habrá de admitirse que ya se conocen las formas, pero habrá que escrutar el fondo ante toros de mayor compromiso.

Sus dos compañeros de terna toparon igualmente con la floja y descastada corrida de Bañuelos, tan escasa de celo que cada pase exigía un gran esfuerzo, y habitualmente resultaba deslucido. Miguel Ángel Perera porfió sin éxito, y Emilio de Justo, recién recuperado de una grave cogida, pasó un quinario con el manso segundo para poder consumar los tres tercios. Poco destacable, además de su voluntad de agradar.

Sin embargo, la memoria de la afición burgalesa quedó ayer prendida por el esbozo de toreo caro de Pablo Aguado. Habrá que verle ante toros de mayor enjundia para confirmar que estamos ante un torero de ferias, que puede relevar a algún maestro consagrado.

Reseña:

Coliseum Burgos, 1 de julio de 2019, lleno de “no hay billetes” en tarde tormentosa.

Toros de Antonio Bañuelos de correcta presentación en capas negras, coloradas y castañas. Flojos y descastados. Primero: Negro, cuajado. Un puyazo sin entrega y escaso sangrado. Noble y flojo. División de opiniones en el arrastre. Segundo: Negro, recogido de cuerna. Un puyazo de sobaquillo con el toro paralelo al caballo. Manso. Bronca. Tercero: Castaño.Un picotazo. Flojo y noble. Palmas. Cuarto: Colorado. Un puyazo trasero tras rectificar otro delantero. Se duele en banderillas. Flojo y descastado. Pitos. Quinto: Negro, terciado. Un puyazo suave. Flojo y descastado. Pitos. Sexto: Negro musculado. Un puyazo leve. Flojo y descastado. Silencio.

Miguel Ángel Perera, de coral y oro: Tres pinchazos, el último hondo, y estocada trasera y caída en el costillar (silencio). Estocada trasera perpendicular que hace guardia y descabello (silencio).

Emilio de Justo, de caldero y oro: Dos pinchazos, el segundo hondo y bajonazo (silencio). Pinchazo y estocada baja (silencio).

Pablo Aguado, de marfil y oro: Estocada caída (vuelta al ruedo). Estocada caída perpendicular (silencio).

Incidencias:

Tercera corrida de la feria de San Pedro.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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