Emilio de Justo gana un nuevo bastión con sangre y grandeza

Emilio de Justo ha ganado en Bilbao un nuevo bastión del toreo, plaza fuerte de acero y arenas cenicientas, que no había podido hollar aún en sus doce años en la milicia. Y lo ha hecho con la verdad y la pureza de un infante novel, y la estrategia de un general conspicuo.

Comenzó la batalla encomendándose a la leyenda local que está en los cielos, Iván Fandiño, instaurando una bella tradición: la ofrenda floral que todo debutante en Vista Alegre habrá de hacer en lo sucesivo si quiere ajustar sus cuentas con la historia antes de comparecer en el circo. Y continuó midiéndose a un toro de Victorino de pavorosa cornamenta que buscaba tras los engaños y acabó encontrando. Todo lo que hizo, desde que quitó por verónicas a uno del turno de El Cid, hasta que consumó la suerte del volapié con la pureza que acostumbra, en corto y por derecho. Y entre esos dos hitos hubo verdad, mucha verdad. Cada embroque era una ofrenda al dios Tauro y cada pase una aventura de final incierto. Toreo puro, templado, en terrenos de máximo compromiso, sin oropel, construyendo una obra austera como sólo son las obras clásicas. El enemigo, incierto y de corto recorrido, optó por esperar en sus posiciones y buscar a la contra, y aún así el matador pudo ganar la batalla a campo abierto, concediendo todas las ventajas, convirtiendo en pases sus medias arrancadas y sus reposiciones aviesas. Cuando la afición bilbaína, que desconocía los poderes de este lidiador, se hallaba complacida en el epílogo de la faena, aún quiso ofrecer más, buscando un triunfo mayor con una de las tandas más sinceras de la temporada. Citó al natural de frente a un toro vacilante de la a coronada, diciendo sin palabras: aquí la muleta, aquí mis muslos, elija usted. Y llegó la cogida. Dos derrotes secos, uno en cada muslo, uno con cada pitón, rebañando la anatomía del matador de norte a sur, con un feo gañafón a la altura del rostro que le rasgó la oreja. Tras pinchar, esculpió una épica estocada a cara o cruz. Ganó un trofeo que paseó por el frente con gesto de rabia, y ya no pudo lidiar más porque el equipo médico le intervino en la enfermería y le impidió volver a la lucha. Triunfo canónico que le acredita como artista y guerrero de amplio registro.

El Cid presenta una hoja de servicios encomiable en esta plaza con veinte festejos entre los que destaca una histórica encerrona con seis pupilos de este mismo hierro. Su actuación ha sido lucida y el público de Bilbao ha premiado con una oreja su lidia a un noble cárdeno de mirada fija, embestida recurrente y viaje corto rematada con una buena estocada. Se despide así uno de los matadores que ha tenido en Bilbao mayor predicamento.

Curro Díaz, director de lidia, ha pechado con tres toros y ha demostrado que además de torería tiene pundonor, pues ha plantado cara sucesivamente a uno flojo y parado, a otro que busca y se revuelve como las alimañas clásicas de la casa, y a un sexto deslucido y de corta embestida. Ante la imposibilidad de exhibir su pinturería ha estado valiente, soportando golpes, varetazos y coladas, y ha matado con solvencia, ganado ovaciones de peso en cada uno de sus tres turnos.

Reseña:

Plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao, 18 de agosto de 2019, menos de un cuarto del aforo cubierto en tarde lluviosa.

Toros de Victorino Martín de gran trapío en capas cárdenas, de juego diverso.  Primero: Cárdeno de gran trapío, ovacionado de salida. Dos puyazos. Flojo, noble y de viaje corto. Pitos en el arrastre. Segundo: Cárdeno de gran trapío, ovacionado de salida. Dos puyazos. Noble, repetidor y de viaje corto. Ovación. Tercero: Cárdeno de gran trapío con pavorosa cornamenta, ovacionado de salida. Dos puyazos. De viaje corto, repone rápido y peligro sordo, especialmente por el pitón izquierdo. Pitos. Cuarto: Cárdeno de gran trapío, ovacionado de salida. Dos puyazos. Parado, mirón, se revuelve y busca. Alimaña. Pitos. Quinto: Cárdeno de gran trapío. Dos puyazos. Fijo, repetidor y humillador. Palmas. Sexto: Cárdeno de gran trapío. Dos puyazos. De viaje corto y vuelta rápida. Pitos.

Curro Díaz, de azul marino y oro: Estocada desprendida (ovación y saludos). Metisaca y estocada baja (ovación y saludos). En el que mató en lugar de Emilio de Justo estocada desprendida (ovación y saludos).

El Cid, de azul pavo y oro: Estocada (oreja). Tres pinchazos y otro hondo, además de tres golpes de descabello (ovación y saludos tras aviso).

Emilio de Justo, de catafalco y oro: Pinchazo y gran estocada (oreja). Ingresó en la enfermería tras pasear el trofeo, de la que salió tras ser intervenido hacia un centro hospitalario.

Incidencias:

Segunda Corrida General de la feria de Bilbao.

Emilio de Justo fue intervenido en la enfermería de un puntazo en el muslo y una herida en la oreja, además de múltiples contusiones, sin que pudiera continuar la lidia.

Como consagra la tradición Emilio de Justo hizo una entrega floral al monumento a Iván Fandiño como torero debutante en Vista Alegre.

Antes de iniciarse el paseíllo un grupo de danza interpretó un aurresku en honor a El Cid que se despedía de Bilbao

Javier Bustamante  para Toro Cultura

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