Leo Valadez abre la puerta grande de Logroño
Salían alegres los novillos de La Quinta de toriles con su mirada de azabache, sus capas cárdenas y su bruñida cornamenta y ya estaban pidiendo fiesta a quien supiera dársela. Trapío de corrida de toros y comportamiento diverso, mas nunca insulso, pues hubo bravura en los turnos tercero y cuarto, y mansedumbre geniuda en el quinto, que añoraba la dehesa, y allí nadie se aburrió.
Enfrente una terna que, con distintos estilos, plantó cara y demostró que quieren forjarse como toreros asumiendo las dificultades que entraña la empresa.
Leo Valadez está a tres semanas escasas de doctorarse y eso exige técnica y decisión de las que hizo gala en el coso de la Rivera. Pasó a su primero al natural y en redondo, ensayó estatuarios y se tiró a matar con verdad, resultando cogido sin consecuencias aparentes. En su siguiente turno lanceó a la verónica, por chicuelinas y lopecinas, se hincó de rodillas en el platillo de la plaza y trasteó con solvencia, en una faena de entrega, finalizada con manoletinas y una excelente estocada que el publico y el placo premiaron con dos apéndices, lo que le franqueó la puerta grande.
Alfonso Cadaval sorteó un lote complicado pues su primero distraído embestía sin convicción, casi siempre con la cara alta, y el diestro sevillano hizo una faena pinturera, con pasajes inspirados y regusto torero. El que hizo quinto era manso de libro, y desarrolló un instinto guerrero basado en el genio que lo convirtió en un novillo difícil y deslucido. Llegó al último tercio muy entero y con la comprensible intención de coger, y cuando el público de la Ribera esperaba una lidia clásica de aliño y una estocada de recurso se encontró con una faena pulcra y dominadora. Pudo al utrero, pisando terrenos comprometidos, sorteando derrotes y aviesas miradas, lo mató al primer intento y ganó una meritoria oreja.
Toñete logró un trofeo tras una faena intermitente al tercero, a la que le faltó reposo, y mostró mayor firmeza en el que hacía sexto, al que pasó por ambos pitones con inteligencia y suficiencia técnica, confirmando su condición de novillero valeroso que promete tardes importantes.
Hubo sobre el dorado albero logroñés novillos interesantes, dos de ellos de encastada bravura, y aspirantes a matadores que dejaron impronta de querer, y también de poder.
Reseña:
Plaza de Toros de la Ribera de Logroño, dieciocho de septiembre de 2017, menos de un cuarto del aforo cubierto en tarde de tiempo variable.
Novillos de La Quinta de excelente presentación, en tipo santacolomeño, finos de cabos, degollados, en capas cárdenas y entrepeladas. Todos ovacionados de salida, especialmente en sexto, un cárdeno de armónica lámina. Primero: Un puyazo y un picotazo; flojo y noble. Silencio al arrastre. Segundo: Un puyazo y un picotazo; noble con muchos pies. Silencio. Tercero: Dos duros puyazos, bravo. Ovación. Cuarto: Dos puyazos; bravo. Vuelta al ruedo. Quinto: Cuatro picotazos, dos de ellos en la querencia; distraído, manso y geniudo, con vocación de coger. Pitos. Sexto: Dos duros puyazos; distraído y deslucido. Silencio.
Leo Valadez, de grana y oro: Pinchazo resultando cogido y estocada (vuelta al ruedo). Estocada de ley (dos orejas).
Alfonso Cadaval, de rioja y oro: Estocada desprendida (vuelta). Estocada trasera (oreja).
Toñete, de azul Bilbao y oro: Estocada (oreja). Pinchazo, estocada y dos golpes de descabello (silencio).
Incidencias:
Primer festejo de la Feria de San Mateo 2017
Leo Valadez fue prendido por el primer novillo sin consecuencias aparentes. Salió a hombros por la puerta grande.
Javier Bustamante
para Toro Cultura
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