Naufragio de Galache

La afición valora la variedad de encastes y el esfuerzo que realizan algunos ganaderos por recuperar hierros que han caído en el olvido pese a ser reconocidos tiempo atrás. Es el caso de Galache, cuyos setenta años de historia han dado para mucho. Vivieron una época dorada, mediado el siglo XX en que eran conocidos como los toros de guirlache, en clara referencia a su dulce temperamento. Las figuras los demandaban y propiciaban éxitos allá donde se anunciaban. Sin embargo sufrieron una lenta decadencia hasta que en los últimos cinco años disfrutan de un impulso importante merced a la atención que le deparan algunos taurinos y, sobre todo, José Antonio Morante, que ya los lidió con éxito en Salamanca en la temporada precedente, y estaba anunciado para matar esta corrida. Visto lo visto el maestro de la Puebla no se lamentará de no haber viajado a Santander, pues lo que salía bello y alegre de chiqueros pronto mostraba su condición, que era de una debilidad extrema, y una falta de casta preocupante. El primero rodó por la arena no menos de diez veces, y el cuarto llegó a echarse cuando su matador trataba de provocar sus embestidas. Es difícil explicarse las causas, pero a buen seguro el ganadero repasará sus notas en el campo y la genealogía de los seis que ayer lidiaron, así como la alimentación, el manejo y cualquier otra variable que pueda incidir en el comportamiento de sus míticos toros. Un hierro de esta categoría merece crédito y tiempo para recuperar aquel toro de embestida templada con ejemplar instinto de combate.

En tales circunstancia emergió la figura de Daniel Luque, un torero superlativo que tiene el don de magnetizar a cuantos toros se cruzan en su camino y dominarlos. Cierto que ayer no había mucho que dominar, pero sí que se podía obligar a embestir, y en eso se aplicó. Sereno, con la planta erguida, dando el pecho cuando era posible. Renunció expresamente al lucimiento, haciendo incluso callar a la banda de música en su primer trasteo, y aplicó el compromiso, el del torero cabal que ha sido contratado para torear y justamente es eso lo que hace. Pases al ralentí, metido en el terreno del toro, tirando de una embestida trémula, paciente, prolongando los trasteos, sabiendo que no habría éxito, mas sí reconocimiento, que llegó en forma de oreja tras una gran estocada al quinto de la tarde al que lidió bajo un fuerte aguacero.

A Diego Urdiales, con terno de embrujo verde botella y azabache, le tocó pechar con un inválido que hizo primero, y un descastado que no tenía el comportamiento natural en las reses de lidia, hasta el punto que decidió recostarse sobre el albero. No hubo opción y el maestro quedó inédito.

El lote de Juan Ortega al menos se tenía en pie, lo que le dio la opción de porfiar con el tercero dejando hermosos detalles en forma de trincheras, alguna con categorái de cartel de toros, y alargar la faena del sexto sin resultado artístico alguno.

La cata que ayer se hizo del producto de Hernandinos fue deficiente. Sin embargo el toreo no debe renunciar al un hierro señero cuya esencia puede y debe ser recuperada. Salir del naufrgio es cuestión de tiempo.

Reseña:

Plaza de toros de Santander. Lunes veinticuatro de julio de 2023. Lleno en tarde nublada y húmeda.

Toros Galache, desiguales de presentación, blandos y escasos de casta.

Primero: Berrendo en negro, corpudo de bella estampa, aplaudido de salida. Un puyazo. Inválido. Bronca en el arrastre.

Segundo: Negro, de poca presencia. Un puyazo suave. Descastado. Pitos.

Tercero: Berrendo en negro. Un puyazo suave. Descastado. Bronca en el arrastre.

Cuarto: Berrendo en colorado, de alegre salida. Un puyazo suave. Descastado hasta el punto de echarse. Gran bronca.

Quinto: Berrendo en colorado. Un puyazo. Flojo y justo de casta. División de opiniones.

Sexto: Negro, terciado. Un puyazo duro. Descastado y flojo. Pitos.

Diego Urdiales, de verde botella y azabache: Golletazo (silencio). Pinchazo y media estocada perpendicular atravesada (silencio).

Daniel Luque, de grosella y oro: Media estocada perpendicular fulminante (ovación y saludos tras aviso). Gran estocada (oreja tras aviso).

Juan Ortega, de grana y oro: Pinchazo, estocada caída y un golpe de descabello (silencio). Cuatro pinchazos y golletazo (silencio tras aviso).

Incidencias:

Tercer festejo de la feria de Santiago 2023

Juan Ortega sustituía a Morante de la Puebla, aún convaleciente de la cogida que sufrió en Francia.

Tras el paseíllo la banda de música interpretó el himno nacional.

Durante la lidia del quinto toro descargó un fuerte aguacero que obligó a algunos espectadores a guarecerse bajo tendido.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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