Genialidad, maestría e ilusión

El epílogo de la Feria de San Ignacio tuvo contenido variado, tres protagonistas y tres argumentos diferentes. El “no hay billetes” que se colgó en la taquilla minutos antes de comenzar el festejo y las largas colas formadas ante las puertas que provocaron un leve retraso en el inicio de la corrida evidencian la importancia del cartel y el interés que existe en Azpeitia por la fiesta de toros.

Morante de la Puebla hizo el paseíllo desmonterado tras un cuarto de siglo de ausencia de este coso. Vestido de gris perla y azabache compareció pulcro para dar una nueva exhibición de torería, inspiración y magia ante dos toros de poca pujanza. Este hombre capaz de recibir largando tela junto a las tablas y recortar acto seguido con el capote ceñido al cuerpo; que dibuja verónicas belmontinas de un solo trazo; que pasa de muleta al tiempo que danza sin que sobre un solo movimiento; que se arrima más que los tremendistas para engendrar un arte exquisito; que saluda ceremonioso respondiendo al calor del público; que pasea triunfal a lo largo del anillo recogiendo puros que se guarda en el chaleco y agradece el regalo de un conejo mostrándolo al cónclave con gesto satisfecho como si le hubieran entregado el oro de Moscú, este hombre es sencillamente un genio del arte. Disfruta de su torería y hace disfrutar desde la naturalidad, expresando lo que siente porque se siente bien en cualquier plaza. Morante de la Puebla es el torero más culto de la historia, un regalo de la providencia que recrea el espíritu y hace de cada gesto una declaración solemne de torería eterna.

Daniel Luque sentó cátedra sobre el modo de conducir las embestidas inciertas de toros reservones y devenirlas en pastueñas. En su segundo turno renunció a la música con un gesto a la banda cuando atacaba las primeras notas de “Nerva”. Hecho insólito que se comprende por el comportamiento incierto del toro, al que aplicó la didáctica hasta enseñarle a embestir, y fue entonces cuando invitó a la banda a tocar y, ya relajado, ligar y templar en una faena larga, rematada con exquisitas luquesinas y rubricada con una estocada. Ganó dos orejas que le franquearon la puerta grande que atravesó a punto de sonreir. El poderío y el rigor de este maestro no tienen ahora mismo parangón en el escalafón. Responsable, comprometido, torero cabal.

Diego Carretero vestido de primera comunión y oro ya apuntaba cuál era su rol en este festejo. No encontró el sitio en su primero, mal lidiado por la cuadrilla. No pudo pararlo ni mandar en su contumaz acometida, mas dejó una serie de doblones en el epílogo que llegaron a los tendidos. Salió decidido en el cierraplaza tirando una larga cambiada de rodillas junto a las tablas para adornarse  por chicuelinas en el recibo. El trasteo fue bullidor, algo precipitado mas emocionante, pues las embestidas del colorado eran continuas y colocarse en la distancia y lugar adecuados complicado. Remató con torería con ayudados por alto y cerró la feria con media estocada que fue premiada con un trofeo.

Los tres actores llegaban al último acto entre altas expectativas, y ninguno decepcionó pues entendieron su papel y fueron fieles al guión que la Comisión Taurina había escrito para ellos. Vivir los toros en Azpeitia sigue siendo una experiencia singular y gratificante. Larga vida a todos los que la hacen posible.

Reseña:

Plaza de toros de Azpeitia. Lunes 1 de agosto de 2022. Lleno de “no hay billetes” en tarde templada y nubosa.

Seis toros de La Palmosilla de poca presencia, tirando a brochos, en capas negras, coloradas y castañas. De desigual comportamiento.

Primero: Negro, justo de trapío. Un puyazo y un picotazo. Flojo noble. Palmas en el arrastre.

Segundo: Negro. Entra solo al caballo y recibe un picotazo en huida. Con poca codicia huye hacia toriles antes de la estocada. Palmas.

Tercero: Negro, muy brocho. Dos puyazos duros con poca entrega. De embestida larga continua y espontánea, se pone gazapón y acaba aburrido. Pitos.

Cuarto: Castaño chorreado escurrido. Dos puyazos, un corneando el peto y otro con la cara alta. Largo, noble, humillado, pero se para pronto y claudica. Pitos.

Quinto: Castaño chorreado. Un puyazo duro. Comienza reservón y acaba embistiendo con nobleza. Ovación.

Sexto: Colorado. Un puyazo duro. Bravo. Gran ovación.

Morante de la Puebla, nuevo en esta plaza, de gris perla y azabache: Pinchazo hondo y un golpe de descabello (ovación y saludos tras petición). Dos pinchazos y estocada caída (triunfal vuelta al ruedo).

Daniel Luque, de pizarra y oro: Estocada y cuatro golpes de descabello (ovación y saludos tras aviso). Estocada trasera tendida (dos orejas).

Diego Carretero, nuevo en esta plaza, de primera comunión y oro: Pinchazo a toro arrancado y estocada desprendida (silencio). Media estocada (oreja).

Incidencias:

Tercera y última corrida de la Feria de San Ignacio.

Morante de la Puebla debutaba en Azpeitia tras veinticinco años de alternativa.

Diego Carretero debutaba también el La Bombonera.

Daniel Luque salió a hombros.

La corrida comenzó con unos minutos de retraso por la aglomeración que se formó ante las puertas.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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