Apoteosis de Paco Ureña

Desde que saludó al público al tragantón por gaoneras de escalofrío en el primer turno de Cayetano, hasta que salió a hombros de Vista Alegre entre el fervor del público, Paco Ureña hizo un conmovedor ejercicio de misticismo como no recuerdan los más viejos del lugar. Levitaba sobre las arenas parduzcas de Vista Alegre como quien se ha olvidado del cuerpo y sólo quiere realizar la más bella ofrenda al arte del que es deudo. Parecía poseído por una fuerza más intensa que él que le impulsaba a mecer los señuelos con toque suave y trazo hondo. A pisar terrenos del toro y embarcarlo con temple, rematando en la cadera. Toreo reunido, clásico, natural y puro, sin prisas, sin ventajas, sabiéndose hacedor del rito sagrado. Ureña no era Paco, sino un elegido por los dioses para recrear el toreo en la más refinada acepción del término. Todo fue verdad, en los quites y en las dos faenas que coronó con estocadas, la primera resultando cogido, y la segunda tirándose sobre el morrillo sin negociar el precio. Y entre medias un trasteo que ya es leyenda en Bilbao. Estatuarios, naturales, pases en redondo, trincherazos y pases de pecho. El toreo fundamental, el clásico que conmueve cuando se interpreta con esa hondura y ese sentimiento que rebosa la condición humana. Ganó cuatro orejas y no sobró ninguna, como no sobraron pases, y tampoco faltaron. Lanceó, pasó y estoqueó en una ceremonia apoteósica que le eleva a la condición de sumo sacerdote del toreo.

Diego Urdiales hubo de enfrentarse a dos enemigos de bronca y aviesa condición. Ambos tiraban gañafones en busca de la presa, ambos se orientaron, y su segundo mostró una dureza poco común en este encaste. Si embargo no se arredró y pasó sobre ambas manos en un ejercicio de pundonor y torería que le honra como matador.

Cayetano brilló en los lances de recibo y en los quites, especialmente en el de Ronda, y otro armado por tafalleras. Tiró una larga cambiada de rodillas para saludar a su segundo y estuvo asentado y valiente toda la tarde, recibiendo el reconocimiento de buena parte de la afición, que le obligó a saludar desde el tercio. Tarde para la historia, de compromiso, de valor seco, y de inspiración, tal vez nunca vivamos otra igual, que encumbra a Paco Ureña a la cúspide del toreo.

Reseña:

Plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao, 23 de agosto de 2019, casi tres cuartas partes del aforo cubierto en tarde calurosa.

Toros de Jandilla (primero, segundo y quinto) y Vegahermosa, bien presentados en capas castañas y negras. De juego muy desigual. Primero: Castaño. Dos puyazos sin celo. De viaje corto, sin humillar, tirando gañafones para acabar orientado. Pitos en el arrastre. Segundo: Castaño listón. Dos puyazos tirando cornadas al peto. De viaje corto, berreón, cabecea y desarrolla peligro, especialmente por el pitón izquierdo. Pitos. Tercero: Negro. Dos puyazos. Noble, repetidor de embestida humillada. Ovación. Cuarto: Negro. Dos puyazos arrancándose de largo y empleándose. Duro, violento y orientado. Pitos. Quinto: Negro. Dos puyazos duros, el primero rectificando uno muy bajo. Noble y parado. Pitos. Sexto: Negro. Dos puyazos. Noble, de embestida humillada y con gran fijeza. Su matador solicita para él la vuelta al ruedo. Ovación.

Diego Urdiales, de rubí y azabache: Pinchazo hondo y estocada casi entera (silencio). Pinchazo y estocada (ovación y saludos).

Cayetano, de tabaco y oro: Estocada y descabello (silencio). Estocada  (saludos entre división de opiniones).

Paco Ureña, de teja y oro: Estocada siendo encunado (dos orejas). Gran estocada (dos orejas).

Incidencias:

Séptima Corrida General de la feria de Bilbao.

Cayetano actuó en sustitución de Roca Rey.

Saludaron tras parear Curro Vivas, Agustín de Espartinas y Azuquita (dos veces).

Paco Ureña fue sacado a hombros por Fortes en una comitiva multitudinaria de jóvenes aficionados.

Nuevo recital de la banda de música, con una inolvidable Nerva en el sexto toro.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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