Fernando Cuadri: «No se puede engañar al aficionado»

La finca Comeuñas está siendo devorada por el sol. Sólo las encinas y los alcornoques mantienen el tono verdoso dentro del mar de polvo ocre en que se ha convertido la arcilla, derretida por el fuego celeste. Es primera hora de la mañana de un día de agosto del año de la peste, y don Fernando nos espera puntual a la puerta del caserío junto con su gente de confianza. No hay protocolo, sólo amabilidad, que lo es todo, y es además una seña de identidad de esta casa.

El relevo generacional

Nos subimos al remolque del tractor y recorremos los cerrados, tomamos imágenes terrestres y aéreas, y conversamos con el ganadero que ha regido los destinos de este hierro legendario durante 47 años. Ahora lo hacen sus sobrinos, Luis y Fernando, quienes “Lo están haciendo mejor que yo. Vi que eran grandes agricultores y supe que serían también grandes ganaderos. No tuve ninguna duda en cederles el testigo”. Les ayudan dos de sus hijos, que por su trabajo no pueden dedicarle al campo todo el tiempo que quisieran, mientras que don Fernando permanece en retaguardia, aportando su experiencia cuando se entiende necesaria. “Cuidan todos lo detalles e introducen mejoras, como clorar el agua del pilón para que luego en Madrid no la sientan extraña y puedan hidratarse en los corrales de Las Ventas”. Es la tercera generación de la dinastía Cuadri, iniciada por don Celestino en 1954, que “Tiene muy claras las señas de identidad del hierro y las comparte con nosotros”

El año de la peste en Comeuñas

La camada de Cuadri ha sido siempre corta, “Buscamos calidad, no cantidad” y por eso resulta tan llamativo disfrutar de la presencia de tantos toros cuatreños y cinqueños, que auguran éxitos para la campaña venidera.

“En el campo hay que hacer las cosas despacio, sin prisa. Un proyecto ganadero lleva su tiempo. Tal vez por eso no nos ha traumatizado estar un año sin lidiar toros. Sin embargo es un año perdido porque no vamos a poder ver ningún resultado”. Los actuales responsables lo han entendido como un imperativo del destino que ha de aceptarse, y lo viven sin frustración. “Mis sobrinos me dijeron que iban a invertir en la ganadería lo que se había ganado con la agricultura, que además ha sido un buen año”, añade con satisfacción.

El toro de Cuadri

Cuadri ha conseguido con el transcurso de los años, tras una esmerada selección, disfrutar de un encaste propio que aún conserva algunas reminiscencias de Santa Coloma. Toros de gran trapío que superan con frecuencia los 600 kilos, hondos, badanudos; de cornamenta acapachada, astinegros y con frecuencia bizcos del izquierdo; en capas zaínas, mulatas y, en menor proporción, castañas. “Tenemos 28 familias y 12 sementales. Queremos mantener esta sangre, por lo que la selección y los cubrimientos tienen que ser muy sensatos”. Otra seña de identidad de esta casa es su proceso de selección de los sementales “No los tentamos, los elegimos por nota, y a los tres años ya están en las vacas. Tardamos muchos años en ver el resultado, pero es la forma más segura de saber cómo son los hijos y qué se puede esperar de cada semental”

Lo sustancial en este hiero es la casta, una casta que, bien entendida puede devenir en nobleza. Sin embargo debe quedar claro que “El toro de casta embiste para coger, el descastado para que le dejen en paz”

Al hablar de su comportamiento el ganadero asegura que “No quieren nada por arriba. Hay que cruzarse, aguantar, bajar la mano y no dudar. Los dos primeros pases son fundamentales, porque si el torero les da su lidia se entregan y desarrollan nobleza”. Las figuras actuales han abdicado de sus responsabilidades con este hierro, si bien no siempre fue así. Los carteles de los años 60 y 70 los anuncian incluso junto a Curro Romero y Rafael de Paula. Algunos triunfaron, pero también las figuras pasaron fatigas delante de este encaste, “Camino cortó dos orejas en Sevilla a un toro nuestro, y según salía de la Maestranza repetía que de éstos ni uno más, y así fue, no volvió a verlos. Joselito triunfó con corrida nuestra en Francia, y lo pasó tan mal que también decidió que ya era bastante”. Ahora son toreros de otro corte los que se miden con sus toros, como Rafaelillo, Octavio Chacón, Manuel Escribano, Paulita, Rubén Pinar, Pepe Moral o López Chaves, quien los entiende como nadie.

Madrid

Llegar a Madrid y triunfar es el sueño de todos los protagonistas de la Fiesta. Esta casa venera a Las Ventas tanto como la afición de la capital adora a los toros de la H. “Madrid da más que quita. Si triunfas se comenta mucho y el teléfono suena; si las cosas no ruedan la gente no hace muchas cuentas en una temporada tan larga”. Sin embargo don Fernando sí que la hace. En su despedida de Madrid, en 2019, lidió una corrida deslucida, que no dudó en valorar esa misma tarde ante los micrófonos: “No me ha gustado absolutamente nada”. Siempre con la verdad por delante, si bien él desde su modestia se quita méritos, ya que “No se puede engañar al aficionado, todo el mundo vio que la corrida no fue lo que esperábamos”. La selección que Cuadri hace para el evento más importante del año es concienzuda. “Separamos 12 toros y cuatro sobreros para Madrid. No es fácil tener toros para la exigencia de Madrid. Tiene que tener trapío y nota, que para nosotros es el criterio más importante, y además llegar a mayo con salud” Por eso lidia menos corridas que las que darían las cifras en una ganadería normal. Ahora mismo tiene apartados 28 toros para las dos corridas que piensa embarcar en 2021 para plazas de primera. “Madrid es la plaza más importante para nosotros y seleccionamos con esmero. Pamplona y Bilbao también son plazas donde luciría lo nuestro, pero con camadas cortas no podemos arriesgarnos a no llegar a esas citas con lo que queremos estar”

La palabra “Madrid” suena en Comeuñas con un acento especial pues es el referente del sueño y del éxito. Allí se han jugado grandes toros y otros míticos, como “Brigada”, el único toro que ha muerto dos veces en la plaza de Las Ventas. “Fue en San Isidro de 2012. Sus hermanos lo cosieron a cornadas y estaba aparentemente muerto en los corrales, pero los veterinarios hicieron el milagro y pudo lidiarse un año después”

Una filosofía de vida

La conversación con este hombre es siempre sugerente, pues además de sus asombrosos conocimientos sobre la ganadería de bravo, es una persona culta y generosa compartiendo el conocimiento. Rememora con brillo en la mirada la figura de su padre, el fundador, cuando asegura que “Lo mejor es enemigo de lo bueno”, y por esa razón mantienen los parámetros cuantitativos y cualitativos en la crianza. Emprender aventuras arriesgadas cuando el presente es brillante y el futuro ilusionante no es recomendable. Nos habla de un hierro de los históricos que atraviesa un mal momento por la mala gestión de uno de sus antiguos propietarios, y asegura que recuperar esa divisa puede costar setenta años. Demasiado tiempo para cualquiera que no tenga la afición que se respira en esta finca.

Su vinculación con el campo siempre ha sido vocacional. Es ingeniero industrial y tiene su propio estudio en Huelva que sustenta su economía, si bien vive con ilusión y compromiso el reto de mantener una ganadería romántica, por el placer de hacer las cosas con una determinada ética, preservando además la memoria y el prestigio ganados por su padre.

También es canaricultor; disfruta de más de 300 canarios que cría con gran afición, y esta actividad le ha demostrado que en la naturaleza los cruces son, con frecuencia, contrarios a la lógica urbana. “Si cruzas bueno con bueno te da malo. Por eso hacen falta animales imperfectos, porque de ellos puede surgir lo bueno”. Toda una declaración de principios que pocos entenderían sin conocer la filosofía de la crianza de toros bravos de la familia Cuadri.

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

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