La disyuntiva de Roca Rey

Andrés Roca Rey tiene grandes condiciones para triunfar. Valor, compromiso con su causa, dominio de la técnica del toreo, voluntad de mejora y una estética que le hace diferente y reconocible. En los tres años que lleva en el escalafón superior se ha aupado a los primeros puestos del ranking, y su progresión indica que va a permanecer en cabeza durante lustros, si su ánimo no se quebranta. Sin embargo se enfrenta a una difícil disyuntiva. ¿Quiere ser un torero de leyenda o sólo una figura más?

Si se conforma con lo segundo el camino será sencillo y bastará con acartelarse con las demás figuras en madurez y permanecer a rebufo de su brillo cuantas temporadas le dure la ilusión, enfrentarse al toro moderno, noble hasta la docilidad, y planificar adecuadamente su relación con los medios de comunicación y el público.

Si su ambición le impulsa hacia metas más elevadas el itinerario será más exigente, pues habrá de enfrentarse a toros de todos los encastes en las plazas de mayor compromiso sin que su arrojo mengüe y deberá desarrollar un discurso, dentro y fuera de la plaza, profundo, cercano a la épica. Un torero de leyenda no lo es sólo por su quehacer sobre el albero. Debe además tener una dialéctica clara que llegue al público y cale en la sociedad hasta lograr el reconocimiento también en ámbitos diferentes al propio torero. Para lograrlo son necesarios madurez, principios y valores. Convertirse en un referente social que exponga con lucidez el valor de la Tauromaquia requiere de una reflexión muy profunda y una estrategia de comunicación sólida.

El toreo necesita de un referente como él y será una gran noticia que rebase la línea de lo convencional y se instale de forma definitiva en el terreno de la épica.

Ayer en Logroño se pudo ver cuanto se cita, pues se jugó, entre una gran expectación y casi diez mil personas que pagaron caros sus boletos, una corrida blanda de proverbial nobleza. Las dos figuras consagradas, con veintiocho y quince años de alternativa, manejaron con elegancia a sus toros, y obtuvieron tibios triunfos, más por la estética que imprimen a sus trasteos, que por la profundidad de su toreo. Sin embargo la figura emergente de Roca Rey desafió a sus antagonistas, lanceó con variedad y apreturas, y se pasó tan cerca los pitones del que hacía tercero en bernadinas que provocó en el generoso público riojano una mezcla de escalofrío y admiración que comienzan a generalizarse allá donde este maestro se anuncia.

La Tauromaquia necesita artistas admirables que se conviertan en referentes sociales. Necesita traspasar su límite sociológico para que sus valores sean conocidos y ponderados en todos los ámbitos. Necesita que Andrés Roca Rey decida convertirse en leyenda.

 

Reseña:

 

Plaza de toros de La Ribera de Logroño, 20 de septiembre de 2018, casi lleno en tarde calurosa.

 

Toros de Juan Pedro Domecq (2º, 3º, 4º y 6º), desigualmente presentados, en capas negras y castañas. Comportamiento diverso predominando la nobleza. Toros de Parladé (1º y 5º), de distinta presentación. Primero: Castaño escurrido. Un puyazo. Noble y muy flojo. Silencio en el arrastre. Segundo: Negro. Dos puyazos arrancándose de largo. Bravo. Palmas. Tercero: Castaño. Un puyazo largo en terreno de chiqueros y un picotazo. Flojo, noble, de escaso fondo. Palmas. Cuarto: Negro con trapío. Dos puyazos suaves. Noble con fijeza y repetición. Silencio. Quinto: Negro. Dos puyazos arrancándose de largo. Noble de escaso fondo. Silencio al arrastre. Sexto: Negro escurrido. Un puyazo sin apretar y un picotazo. Muy flojo, de alegre arrancada y repetición. Gran bronca.

 

Enrique Ponce, de marino y oro: Estocada delantera caída (oreja). Media estocada caída y dos golpes de descabello (ovación y saludos tras aviso).

 

José María Manzanares, de marino y oro: Estocada caída (oreja). Pinchazo, pinchazo hondo y un golpe de descabello (silencio).

 

Roca Rey, de tabaco y oro: Pinchazo hondo y estocada desprendida (oreja). Pinchazo y estocada casi entera (silencio).

 

 

Incidencias:

 

Tercera corrida de la feria de San Mateo.

La presidencia escuchó una gran bronca al finalizar el festejo por no devolver al corral al sexto toro.

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

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