Razón y emoción
Tres figuras anunciadas en el cartel, tres estilos, tres maneras de entender la vida y el toro, tres orígenes, tres trayectorias y tres retóricas distintas.
Si atendemos a la razón el triunfador de la tarde fue, de manera rotunda, Miguel Ángel Perera, quien no entiende de latitudes ni aforos, no sabe de caza menor, y se entrega cada tarde olvidándose de lo que hará mañana.
La seriedad que imprime a su toreo y el rictus con que acomete los avatares de la lidia le aportan aplomo y solemnidad. Perera domina a los toros con asombroso poderío, los conduce por donde quiere, con concepto trigonométrico, y les aplica una ecuación de terrenos y distancias que roza la perfección matemática.
Hoy, con la plaza conmocionada por la escalofriante cogida de Curro Díaz, se ha hecho cargo del toro primero y lo ha pasado de muleta con solvencia. Ha despachado al tercero con una faena sobria, y ha encendido la pasión ante un quinto toro encastado y codicioso, contraste perfecto para todos sus teoremas. Perera es la perfección técnica asistida por el compromiso de la razón.
El orbe taurino reconoce a Curro Díaz su profunda inspiración, la finura de su toreo, y una personalidad como pocas en el escalafón. Mas este torero es mucho más que eso. Es depositario además de un valor sereno que le permite ponerse donde le toro se entrega a sus muñecas o coge con saña. Ayer hubo de ambas. Trasteaba a su flojo primero cuando al salir de un remate el toro se quedó corto, vio al torero descubierto, lo prendió por el abdomen, tirándole dos derrotes, alzándolo al cielo en una pirueta que dio con el cuello del matador sobre el albero en escalofriante postura. Quedó exánime sobre la arena y el toro hizo por él, pasando los pitones cerca de la femoral y del rostro del torero, y no fue mayor el desastre porque los subalternos lo arrastraron tirando de una pierna, lo alejaron del toro y lo izaron con el rostro desencajado para conducirlo a la enfermería. En el ambiente quedó la dramática sensación de cogida grave, tal vez letal. El silencio se apropió de los tendidos ansiosos por recibir noticias del diestro herido. Cuando media hora más tarde enfiló de vuelta el callejón, justo antes de que el cuarto toro saltara a la arena, desprovisto de la chaquetilla, magullado, la plaza prorrumpió en una fuerte ovación de reconocimiento al indómito valor del hombre artista. Y fue en ese turno cuando Curro desplegó su libreto, y prendió en el aire de aromas de toreo caro. El leve aleteo de la muletilla de Curro condujo la ansiosa embestida, primero doblándose por bajo en una serie que valía la entrada, después en redondo, con mando, y al natural con temple y pausa de toreo de otra estirpe. Mató de media estocada delantera que valió una oreja, y el reconocimiento de una afición que ya lo tiene por uno de los suyos. Mañana tiene un nuevo compromiso con toros de Ana Romero y todos sabemos que no se conforma con lo que ayer ofreció en el coso azpeitiarra. Curro es la emoción desatada, pura pasión por el arte de torear.
Roca Rey reaparecía tras una grave cornada recibida días atrás en la Monumental de Pamplona, y todo parece indicar que aún no ha recuperado el sitio en el que desarrolla naturalmente sus argumentos. Trasteó con precauciones, tantas que su propio apoderado le pedía que diera un pasito más, sin que su toreo hueco prendiera en los tendidos. Tal vez más que distancia necesite tiempo.
La razón incontestable de Perera y la emoción desbordante de Curro Díaz mostraron ayer, en la plaza de Azpeitia, los diversos registros del toreo, escenificando una tarde memorable.
Reseña:
Plaza de Toros de Azpeitia, 29 de julio de 2017, más de tres cuartos del aforo cubierto en tarde soleada y calurosa.
Toros de Fuente Ymbro, bien presentados en diversas hechuras, con capas negras y castañas. Primero: Un puyazo; flojo y noble. Segundo: Un puyazo; se viene arriba al final de la faena, repetidor. Tercero: De perfil acarnerado; un marronazo y un puyazo; noble y codicioso. Cuarto: Dos puyazos; bravo, noble y codicioso. Quinto: Un puyazo; pronto, encastado y codicioso; muere con bravura; vuelta al ruedo. Sexto: Un puyazo; flojo y noble.
Curro Díaz, de turquesa y oro: Cogido de forma dramática en su primero, pasa a la enfermería inconsciente. Sale a matar el cuarto entre el clamor del público; media estocada caída (oreja)
Miguel Ángel Perera, de teja y oro: Pinchazo y estocada (ovación y saludos). Pinchazo y estocada trasera (silencio). Gran estocada sufriendo un desarme y siendo perseguido con saña por el toro (dos orejas). Salió a hombros.
Roca Rey, de grana y oro: Cinco pinchazos, estocada delantera, tres golpes de descabello (silencio tras aviso). Pinchazo hondo, un golpe de descabello (ovación tras aviso)
Incidencias:
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Iñaki Olaizola, miembro de la comisión taurina fallecido diez meses atrás.
Curro Díaz fue atendido en la enfermería de pérdida de conocimiento, fuertes contusiones y pinzamiento vertebral.
El quinto toro, de nombre Hostelero, ganó la vuelta al ruedo por su encastada pelea.
Javier Bustamante
para Toro Cultura
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