Tres tardes de toros en una sola
Imaginar un cartel, trabajar para que pueda anunciarse, afrontar por sorpresa la renuncia del genio del toreo, lograr que cambie de opinión, estar en los detalles de atrezo y música, que embista en toro y que los tres matadores salgan en volandas por la puerta grande puede parecer circunstancial, mas en el toreo nada lo es, y ayer tuvimos el privilegio de vivir tres tardes de toros en una sola.
Primera tarde.
Enrique Ponce se despide de Santander. El público lo saca a saludar tras romper el paseíllo. La afición homenajea al diestro con cantos regionales y una pancarta gigante desplegable en la que se puede leer “Enrique maestro de maestros”. La banda de música interpreta en su segunda y última faena el tema principal de la película “La misión”, pleno de espiritualidad, y que el maestro se abstraiga, toree sólo para él, recordando las muchas tardes de gloria en este coso, y recoja vítores y ovaciones sentidas hasta provocarle el llanto, vale por una barrera de sombra.

Segunda tarde.
Morante de la Puebla reaparece en el coso de Cuatro Caminos tras casi dos meses de ausencia víctima de un mal que le carcome el alma. Parecía que no pero al final fue sí. Un sí superlativo pues pudo verse su mejor ego, hondo, templado, valiente. Involucrado en la lidia, dibujando la verónica y la chicuelina de manos bajas como sólo él sabe hacerlo, pasando cerca de los pitones por naturales de cartel, atemperando la fiereza del quinto que en su muleta devino en nobleza. Aguantó miradas y coladas, mostró el valor sereno de los grandes maestros, y mató según los principios de Pedro Romero. Morante sigue estando y estará, lo que vale por una punta de vacas y un semental de reata.

Tercera tarde.
Se presenta en Santander Fernando Adrián, triunfador contumaz allá donde pisa. Que no ha monetizado su torería y su arrojo pues no circula en una casa grande de taurinos. Sí que se anuncia aquí, y vuelve a hacer lo que siempre ha hecho. Valor, entrega, quietud, ligazón. Todo para torear, sin un desliz de alivio, sin un gesto populista. Torero ambicioso que torea con la verdad de su lado. Y eso vale por diez años de carrera plena de tiunfos.
Todos a hombros sin necesidad de tomarse ventajas, sin soliviantar al público, sin implorar el aplauso fácil, toreando cada cual en su estilo del modo en que el Cossio recogerá, tarde o temprano, el pulso y mérito de tres toreros distintos.
Si fue una anomalía del tiempo o un golpe emocional está aún por ver, mas lo que es indudable es que el dios cronos, siempre caprichoso y voluble cuando de trata del toreo, regaló a la afición de Santander tres tardes en una sola, y bien que será recordada.
Reseña:
Plaza de toros de Cuatro Caminos de Santander, martes 23 de julio de 2024. Casi todo el aforo cubierto en tarde templada y luminosa.
Toros de Domingo Hernández de escaso trapío en capas negras y colorada. De comportamiento desigual, como a continuación se detalla, predominando la nobleza.
Primero: Negro, chico y con poca cara. Un puyazo. Noble con carbón. Palmas en el arrastre.
Segundo: Negro escurrido y con poca cara. Un puyazo duro. Flojo con poco celo. Palmas.
Tercero: Negro, cinqueño, chico. Un puyazo suave. Noble hasta que claudica. Ovación.
Cuarto: Negro de poco cuerpo. Un puyazo flojo. Noble, repetidor con carbón. Palmas en el arrastre.
Quinto: Negro de poco trapío. Un puyazo duro. Deslucido en los dos primeros tercios, templado y noble en el último. Palmas.
Sexto: Colorado, chico. Un puyazo duro. Noble con carbón y pies. Palmas.
Enrique Ponce, en su despedida de Santander, de grana y oro: Estocada (oreja tras aviso). Gran estocada (dos orejas tras aviso).
Morante de la Puebla, de azul gris plomo y oro: Gran estocada (oreja). Estocada a toro arrancado (oreja tras aviso).
Fernando Adrián, de tabaco y oro: Gran estocada (dos orejas). Pinchazo y gran estocada (oreja).
Incidencias:
Cuarto festejo de la Feria de Santiago en Santander.
La banda de música interpretó el himno nacional antes de romper el paseíllo.
Morante de la Puebla reaparecía tras casi dos meses de absentismo.
Enrique Ponce, que se despedía de Santander, fue agasajado por el público con cánticos y pancartas.
Los focos del coso estuvieron encendidos durante todo el festejo.
Los tres matadores salieron a hombros del coso.
El festejo duró casi tres horas.
Javier Bustamante
para Toro Cultura