La neotauromaquia es así de previsible
La neotauromaquia, que consiste en lidiar toros escasos de casta y poder por figuras rutilantes, tiene como principal ventaja que el resultado artístico está casi asegurado desde que uno pasa por taquilla y compra su boleto. Pueden concederse más o menos orejas, pues e ángulo de ataque de los aceros y la última arrancada del toro son aún un misterio, mas el sentido de la lidia y su sustancia son casi ciencia.
El caso de esta tarde en Bilbao es paradigmático. Se anunciaban toros de Jandilla, y el aficionado sabe bien que se trata de un hierro que ha lidiado toros de mucho interés, bravos y encastados, si bien en la versión “neo” saltan al ruedo con el objetivo prioritario de no ser molestados. Acudían renqueantes a los señuelos, sin mostrar ningún interés por acometer, abdicando del espíritu indómito de sus ancestros, y a la segunda carrera ya mostraban signos de agotamiento.
Con semejante ganado, el poderío tantas veces glosado de El Juli estuvo de más, pues no hace falta tanto magisterio para poder a quien ya está derrotado. Su primero tuvo además feo estilo, e hizo bien en abreviar, pues poco toreo podía ofrecerse ante tan poca casta. Sin embargo en el segundo realizó una faena más larga, en la que pronto ganó terreno, exhibió temple y dominio, y acabó apabullando al de Jandilla a escasos centímetros de los pitones.
Perera torea con tal naturalidad que viéndole parece que fuera fácil. Esta tarde ha hecho su faena, la que el aficionado conoce y el público espera. Perera saca el compás, calcula los ángulos, tira tres líneas imaginarias sobre el ruedo, y ya se sabe dónde va a comenzar el trasteo, y cómo y dónde va a terminar. Saluda con pases cambiados en el mismo platillo, que combina con fases de trasteo periférico, para finalizar con el toreo encimista, que bien domina, y por momentos parece temerario.
El papel de Roca Rey en este nuevo universo taurino es el de el joven con talento que aspira a encabezar el escalafón. Su libreto es simple y contiene cuatro capítulos que son el valor, la serenidad, una buena técnica y la ambición. Podrá pensarse que el temario del toreo clásico es más extenso y profundo, si bien en la neotauromaquia no es preciso saber más para transitar con éxito por las plazas, al calor de los públicos festivos y generosos.
Hoy, en la en otro tiempo cátedra del Norte, ha tenido lugar la perfecta escenificación de una entrega de neotauromaquia, con interpretaciones fieles a los papeles de cada actuante. El resultado ha sido el que se preveía y el público deseaba. Muchos han salido con gesto de alegría. Se ignora cuántos volverán.
Reseña:
Plaza de Toros de Vista Alegre de Bilbao, veintidós de agosto de 2017, más de tres cuartos de aforo cubierto en tarde soleada y agradable.
Toros de Jandilla, desigualmente presentados, justos de trapío; flojos y descastados salvo el sexto. Primero: Dos puyazos; flojo, de viaje corto, sin descolgar, descastado. Pitos al arrastre. Segundo: Un puyazo y un picotazo; flojo y noble. Palmas. Tercero: Dos puyazos; noble y de alegre embestida. Ovación. Cuarto: Dos puyazos; flojo y noble. Palmas. Quinto: Dos puyazos; noble, de alegre embestida, claudica pronto. Palmas. Sexto: Un puyazo y un picotazo; pronto, de alegre embestida y noble. Gran ovación.
El Juli , de perla y oro: Estocada trasera, caída y atravesada (silencio). Tres pinchazos, estocada caía y un golpe de descabello (ovación y saludos tras aviso).
Miguel Ángel Perera, de plomo y oro: Pinchazo y estocada caída (ovación y saludos). Pinchazo y estocada trasera tendida (ovación y saludos tras aviso)
Roca Rey, de pizarra y oro: Gran estocada (oreja). Pinchazo y estocada (oreja tras aviso).
Incidencias:
La banda de música ofreció un excelente concierto de pasodobles.
Javier Bustamante
para Toro Cultura
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