Los toros de Daniel Ruiz frustran una tarde histórica
El ganado de Daniel Ruiz frustró una tarde que se prometía histórica al coincidir en el cartel una leyenda que se ansiaba triunfar por última vez en su plaza, un aspirante a convertirse en torero de Bilbao y una figura consagrada que miraba a la puerta grande como algo inevitable. Nada de eso ocurrió pues los seis venidos de Cortijo del Campo se emplearon con flojedad y falta de casta alarmantes, haciendo imposible el toreo, malogrando además una terna de lujo que ya no podrá repetirse.
Enrique Ponce, de primera comunión y oro, fue homenajeado como Bilbao suele con un aurresku en el prólogo del paseíllo. Intentó agradar al público componiendo la figura sin profundidad ni ajuste, en dos faenas largas sin ritmo ni limpieza, que fueron celebradas por una parte de la afición que aún tiene en su retina las grandes tardes que el maestro ha dado en este coso. Seis salidas a hombros y más de sesenta paseíllos le avalan. El final de su idilio con Vista Alegre no fue feliz, mas su hoja de servicios quedará para la posteridad como una de las más amplias y gloriosas de esta plaza.
Roca Rey compareció en el patio de cuadrillas vestido de catafalco y azabache, uno de los ternos más graves y elocuentes que pueda enfundarse un torero, pero pronto topó con la inoperancia de sus dos toros, descastado el primero e incierto y reservón el segundo. En esta coyuntura tiró de vademecum y recetó toreo clásico en el primer caso, y lidia aguerrida y valiente en el segundo. Nada puede achacársele, pues el lucimiento por ambos palos era poco menos que una quimera. Saludó una ovación en su segundo trasteo que llegó al tendido y hubiese sido premiado de no fallar con el estoque. La salida a hombros que el público presentía desde la víspera no fue tal, y hubo de conformarse con el éxito de la jornada precedente ante uno de Victoriano del Río que había desatado la euforia en el embudo de Martín Agüero.
Pablo Aguado debutó por fin en Bilbao y lo hizo fiel a su estilo, con un toreo suave, delicado y elegante sin encontrar respuesta por sus coprotagonistas, sencillamente porque no había toro. Se estiró a la verónica con el temple que le caracteriza, ensayó la chicuelina con sevillanía y pasó cadencioso mientras los astados tuvieron un halo de vida.
Y ahí quedó todo, sin puerta grande, ni despedida honrosa, ni presentación deslumbrante.
Reseña:
Plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao, viernes 23 de agosto de 2024. Casi lleno en tarde cálida y soleada.
Toros de Daniel Ruiz, de buena presentación en capas negras, castañas y coloradas. Flojos y descastados.
Primero: Colorado, alto y bien armado. Dos puyazos tardeando. Flojo y descastado. Pitos en el arrastre.
Segundo: Colorado, serio. Un puyazo y un picotazo saliendo suelto. Flojo y descastado. Pitos.
Tercero: Negro, escurrido, bien armado. Dos puyazos mal ejecutados Inválido. Bronca en el arrastre.
Cuarto: Castaño, escurrido y bien armado. Dos puyazos empleándose. Inválido. Bronca en el arrastre.
Quinto: Negro, alto y bien presentado. Un puyazo y un picotazo. Justo de raza y reservón. Ovación.
Sexto: Castaño de gran trapío aplaudido de salida. Un puyazo y un picotazo. Flojo y descastado. Silencio.
Enrique Ponce, de primera comunión y oro: Estocada trasera desprendida (ovación y saludos). Pinchazo hondo (vuelta al ruedo de despedida).
Roca Rey, de catafalco y azabache: Pinchazo y estocada (silencio). Pinchazo y estocada (ovación y saludos tras aviso).
Pablo Aguado, nuevo en esta plaza, de pizarra y plata: Pinchazo, pinchazo hondo y un golpe de descabello (silencio). Estocada casi entera (ovación).
Incidencias:
Sexto festejo de la Semana Grande bilbaína.
Pablo Aguado hizo el paseíllo desmonterado a ser nuevo en Vista Alegre.
Enrique Ponce se despidió del Bilbao a los sones de un Auresku.
La corrida duró dos horas y media.
Javier Bustamante
para Toro Cultura
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