Tres maneras de emocionar

Uno que inicia la faena de muleta en el platillo, pies juntos, montera sobre las zapatillas, y pasa cambiado por la espalda a un toro con dos puñales en la frente arrancado como un tren desde las tablas.

Otro que se faja con uno castaño de seis años que se revuelve, busca y aprende, y logra una tanda final de poder a poder, ligando con torería pases que parecían imposibles.

Un tercero que engendra una serie de seis molinetes, cinco naturales y cuatro ayudados por alto, todos de fantasía, como quien canta un fandango.

Así transcurrió ayer la tarde, plena de emociones diversas, que finalizó en apoteosis, con dos matadores a hombros por la puerta grande del coso de La Ribera y sensación de euforia en el aire fresco de la noche junto al Ebro.

Morante, el torero más culto de la historia, el de los seis molinetes, se hizo presente en el patio de cuadrillas vestido de verde pistacho y azabache, con camisa también verde, y ya se notaba que no venía a cubrir el expediente. Su primero, con un par de pitones, no le gustó y abrevió sin dar la opción de ver al toro. Cosas de genios. Su segundo salió de toriles con poco carbón. Aún así fue picado por dos veces, cierto es que sin vehemencia, y tampoco debió gustarle a su matador, pues le pegó una docena larga de mantazos, de esos que desgastan a cualquier animal, con el ánimo evidente de tumbarlo y provocar su condena al corral. Y sí fue. Salió el sobrero y el genio lo toreó a la verónica con decisión y ajuste, galleó por chicuelinas, y quitó por delantales. Se ayudó por alto en los pases iniciales, sacando la muleta de muy abajo, pasó después con más fantasía que ligazón y mató al encuentro, pues el toro se adelantó a las intenciones del torero, cobrando una estocada. Ganó una oreja como premio más a la estética que a la hondura. Cosas de genios.

Diego Urdiales, el de la serie final imposible, sorteó un primero que comenzó con nobleza, continuó acortando el tranco, siguió revolviéndose y termino amargando. Porfió con valor y mató con media estocada y tres golpes de descabello. Su segundo, a pocos días de convertirse en sexteño, hizo cosas de toro de edad, pues derrotó al final de los pases y fue aprendiendo durante la lidia, acortando el viaje y revolviéndose. La faena fue tan larga que el toro se desengañó y acabo refugiándose en las tablas próximas a los chiqueros. Entre tanto su matador lo fue moldeando, siempre con verdad, destacando una serie el natural, perfumada de Urdiales5, y la final de embroques imposibles en la que se colocó en el sitio de más riesgo y el toro no tuvo otra opción que atacar con casta de toro viejo. La estocada fue excelente y ganó el pasaporte a la puerta grande.

Roca Rey, el de la montera sobre las zapatillas, no entiende de excusas ni de treguas. Se mueve majestuoso con sus largas extremidades, liga más pases que ninguno y se los pasa tan cerca de las femorales como el que más. Torea largo y templado, sin perder un paso ni rectificar cuando considera una posición ganada, pues su concepto de la lidia es de auténtica batalla. Tiene pasión por el arte de torear y la expresa con todo el cuerpo para mecer las embestidas, y con el rostro, para mostrar su espíritu de guerrero que nunca claudica. Tiene carisma para conectar con la gente, llega al tendido y enciende la mecha de la emoción cada tarde, haga sol o llueva, sea lunes o domingo, sea la plaza de Las Ventas o un coso de tercera. Roca Rey, torero de época.

Reseña:

Plaza de toros de la Ribera de Logroño. Miércoles 21 de septiembre. Lleno en los tendidos en tarde soleada y calurosa.

Toros de Núñez del Cuvillo en capas castañas y negras, con edad, romana y trapío. De comportamiento diverso. Un sobrero de Juan Pedro Domecq, jugado en cuarto lugar, negro, bien armado, noble.

Primero: Negro, bien presentado y armado. Un putazo y un picotazo. Noble con poco celo. Pitos en el arrastre.

Segundo: Negro, escurrido de carnes. Dos puyazos. Fijo y repetidor, se revuelve y aprende. Silencio.

Tercero: Castaño cinqueño. Dos puyazos. Repite humillado, pero claudica pronto. Palmas.

Cuarto: Castaño, bien presentado. Dos puyazos. Devuelto al corral por débil tras el tercio de varas.

Cuarto bis: Castaño, de buena presentación. Dos puyazos. Noble. Ovación en el arrastre.

Quinto: Castaño, a pocos días de cumplir seis años, de gran trapío. Dos puyazos durmiéndose en el peto y una costalada. Duro de pezuña, fijo y repetidor, se revuelve y acaba huyendo hacia toriles tras una faena muy larga. Ovación en el arrastre.

Sexto: Negro, cinqueño, muy bien armado. Dos puyazos. Fijo y repetidor. Palmas.

Morante de la Puebla, de verde pistacho y azabache con camisa verde: Estocada (silencio). Estocada al encuentro (oreja).

Diego Urdiales, de verde botella y azabache: Media estocada y tres golpes de descabello (silencio). Gran estocada (dos orejas tras aviso).

Roca Rey, de azul marino y oro: Dos pinchazos y estocada (silencio). Estocada casi entera (dos orejas).

Incidencias:

Cuarta y última corrida de la Feria de San Mateo 2022

Diego Urdiales y Roca Rey salieron a hombros del coso.

Javier Bustamante

para Toro Cultura

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