Decimos que el toreo es cultura sin saber lo que estamos diciendo: (1) Conjunto de conocimientos

Primer vector: Conjunto de conocimientos.

La técnica de la lidia es compleja a la vez que complicada, y ha sido necesario el arrojo y el sacrificio de miles de hombres para inventar, perfeccionar y legar cualquiera de las suertes.

El natural, pase emblemático del arte, puede parecer una nimiedad, un suave giro de muñeca, un cimbreo sutil de cintura, y sin embargo existe un sólido fundamento técnico y empírico. La distancia a la que se cita, el terreno en el que se hace, la altura a la que se ofrece le señuelo, el temple con el que se desplaza, y el lugar en el que se remata el pase son variables que deben considerarse en cada uno de los embroques, de cuya comprensión y dominio dependerá el éxito e incluso la integridad física del torero. Cada pase es una frágil obra, pues el toro, como animal bravo e imprevisible que es, se guía por un instinto inescrutable, que puede impulsarle a desbaratar con un brusco giro de cuello la armonía del instante. Por esta razón la confianza del lidiador en su técnica debe ser férrea, y su conocimiento sólido, pues es la experiencia acumulada la que ofrece posibilidades de éxito.

Estos principios han sido transmitidos en muchos casos por tradición oral, y afianzados por la preceptiva taurina, que arranca con la cartilla de Osuna, manuscrito de hacia 1700 en el que se proponen “Algunas reglas de torear a pie en verso y en prosa”, toma cuerpo con la Tauromaquia de Pepe Hillo (1796) , y se cimenta definitivamente con la de Montes (1836), en obras brillantes para su tiempo, en las que aún es posible encontrar un refinado conocimiento sobre las técnicas del toreo. En los años posteriores se han redactado obras muy diversas, y en la actualidad existen más de 18.000 títulos que abordan el toreo desde ópticas muy diferentes.

El conocimiento ganadero es también intenso, pues la alquimia de la tienta genera desde la naturalidad animales con características comportamentales cada vez más sofisticadas, dentro de una genealogía profunda, que es conocida, analizada y normativizada por el ganadero en busca de la fórmula magistral de la bravura, una hermosa quimera que dura ya más de cinco siglos.

José María Sotomayor, uno de los intelectuales del toreo más brillantes de nuestro tiempo, codifica más de cinco mil términos para describir al toro bravo. Detrás de cada una de esas palabras hay conceptos que constituyen en si mismos un profundo y extenso conocimiento. El lenguaje taurino es de una riqueza asombrosa, pues esxisten voces variadas y precisas para referirse al más nimio de los detalles con una exactitud cartesiana, tal vez como no exista en ningún otro campo del conocimiento humano.

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

 

 

 

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