Casta Rivera

Había deambulado Cayetano en su primer turno ante un toro descastado, entrepelado, basto de hechuras, brocho y cornifeo, sin encontrar el sitio ni la distancia, porfiando medios pases, mas en el sexto afloró como por ensalmo la casta Rivera, esa que su padre convirtió en leyenda, y dio fiesta a un noble toro de Algarra.

Saltó al albero burraco, armónico, de proporcionadas hechuras, en tipo de su encaste, recibió un puyazo trasero y ya estaba Iván García cuarteando para alargar y alegrar la embestida en un tercio antológico que le granjeó el saludo del público.

Se echó Cayetano de rodillas en el tercio e instrumentó cuatro pases en redondo ceñidos y ligados que la afición burgalesa festejó con delirio. Continuó la faena sobre la mano derecha con pases clásicos, afarolados, trincherazos y circulares invertidos que pusieron la plaza en pie. Hubo notas de la línea Ordóñez, y aromas del más refinado clasicismo del torero de Ronda, temple y solemnidad propios de un matador en plenitud. Una serie por el pitón izquierdo cuando la faena tocaba a su fin y un remate por estatuarios mirando al tendido, de nuevo según el canon del Rivera de Barbate. Entró a matar decidido, con su estilo heterodoxo, casi atlético, y cobró dos pinchazos antes de la estocada trasera que malograron un triunfo que proponía puerta grande.

Ese mismo dintel que franqueó Manzanares como premio a dos faenas pulcras, en las que hubo de gestionar con escrúpulo la escasa codicia y la endeble condición física de sus dos antagonistas, especialmente el que hizo segundo. Hubo tanta elegancia como ausencia de emoción, tanto temple como escasez de pujanza, tanta majeza como quebranto de casta. Los sones mágicos de Nerva, interpretado con sentimiento grave por la banda de música, recrearon la esencia de la Tauromaquia, coronada por una gran estocada que valió el triunfo y la salida a hombros del hormigonado multiusos burgalés.

Curro Díaz exhibe sin estridencias una torería que es en sí misma un estilo de vida. El modo en que encabeza el pelotón antes del paseo, la forma en que cruza el circo pleno de concentración, sus movimientos armónicos mas sin afectación, la naturalidad de su trasteo, y ese don que tiene para mover las telas al compás de los tiempos le convierten en un torero grande. Hoy ha debido expiar, no se sabe que pecado mas debe ser grave, lidiando con dos toros negros, flojos y descastados incompatibles con la pureza de su concepto. Ha pasado de muleta mientras sus bóvidos han tenido energía, se ha instalado en el terreno del toro a la espera de que surgiera un atisbo de casta brava, mas el milagro no se ha producido, y su actuación ha de cifrarse en bellos detalles y franca disposición.

Tarde de puerta grande para Manzanares en la que Cayetano ha honrado a sus gloriosos orígenes con una faena de entrega, temple y, por momentos clasicismo, que le avalan como digno deudo de dos formas de entender el arte, diferentes y complementarias.

 

 

Reseña:

 

Coliseum Burgos, 29 de junio de 2018. Casi lleno en tarde calurosa bajo la cubierta del multiusos.

 

Toros de Luis Algarra, bien presentados, en capas zaínas, burracas y coloradas. Primero: Un puyazo trasero. Flojo y descastado. Segundo: Un puyazo trasero. Flojo y descastado. Pitos al arrastre. Tercero: Un puyazo en terreno de toriles. Flojo y descastado. Pitos al arrastre. Cuarto: Un duro puyazo tapándole la salida. Flojo y noble. Quinto: Un puyazo duro rectificando. Noble. Palmas al arrastre. Sexto: Un puyazo trasero. Noble y de buen tranco. Palmas.

 

Curro Díaz, de celeste y oro: Media estocada y un golpe de descabello (ovación). Dos metisacas (silencio).

 

José María Manzanares, de nazareno y oro: Estocada (oreja). Gran estocada (oreja).

 

Cayetano, de cobalto y oro: Pinchazo hondo y tres golpes de descabello (silencio). Dos pinchazos y estocada trasera (palmas).

 

 

Incidencias:

 

Primera corrida de la Feria de San Pedro y San Pablo. Antes de comenzar el festejo el público en pie interpretó el himno de Burgos.

Iván García saludó tras un excelente tercio de banderillas en el último turno.

José María Manzanares abandonó el recinto a hombros por la puerta grande.

 

 

 

Javier Bustamante

para Toro Cultura

 

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