Triunfo de Roca Rey en Bilbao

El bullying del tendido 7

Carta abierta a Andrés Roca Rey

Por Covadonga Saiz Bernuy

Estimado Andrés:

Dado que no nos conocemos y puesto que en su país se utiliza el tratamiento de usted con más asiduidad que en España, voy a dirigirme a usted de dicha forma.

Lo que usted protagonizó el pasado 11 de junio en la plaza de toros de Las Ventas es algo que solo se puede definir con dos palabras: emocionante e histórico. Pero también hay que poner un calificativo al tratamiento que usted recibió por parte de un sector demasiado sonoro para lo poco que representa dentro de un aforo en el que caben más de 20.000 personas. Ese calificativo es algo muy presente hoy: el bullyng, definido por la RAE como una “práctica ejercida en relaciones personales y sociales consistente en un trato vejatorio y descalificador hacia una persona con el fin de desestabilizarla psíquicamente”.

Esta práctica es algo que se ejerce desde un sector del tendido 7 a lo largo de los años y ha provocado en varias ocasiones la desestabilización de muchos toreros, y aunque se ensañan especialmente con las figuras del escalafón, a la memoria me vienen cornadas graves como las de Manuel Escribano o Román, que llevados por la presión de ese sector, derramaron su sangre por colocarse en terrenos donde la cogida está asegurada.

Entiendo, Andrés, que debe resultar ofensivo para quien se juega la vida entre dos pitones recibir instrucciones desde un tendido como si fuese un aprendiz, al igual que ofensivo sería que un juez recibiese indicaciones inquisitorias desde un tribunal popular sobre cómo dictar sentencia, o que Rafa Nadal tuviese que escuchar desde una grada apreciaciones sobre su saque directo o que a Zubin Mehta le digan cómo debe sostener la melodía de su orquesta.

Usted tiene 26 años, Andrés, pero esta minoría no silenciosa y perversa lleva muchos años queriendo erigirse como un sector de referencia en la primera plaza del mundo, pero no en una referencia de excelencia sino de una exigencia ridícula basada en dogmas rancios y caducos refrendados por un afán de notoriedad dictatorial y un desconocimiento evidente de la técnica del toreo. En uno de esos tendidos debería sentarse un día un grupo de matadores de toros de renombre, figuras del toreo de otros tiempos, que a buen seguro les cuestionarían esas absurdas teorías sobre si hay que cruzarse o no, colocarse en el sitio, estar fuera de cacho, utilizar el pico y un largo etcétera. Estos señores del tendido 7 (obviamente no todos ellos serán igual de irreverentes y mal educados) necesitan un reciclaje sobre la tauromaquia, su evolución y los conceptos básicos del toreo moderno porque muy lejos de ser un referente de excelencia, representan a día de hoy los valores contrarios a los defendidos desde la tauromaquia.

Pero ¿qué es lo peor de todo esto?. Pues que durante años han sido un sector consentido por el exceso de tolerancia de la masa mayoritaria que se ha mantenido callada porque al parecer en España la confrontación está mal vista cuando además de ser necesaria para demostrar que la sociedad está viva, confrontar desde el respeto es sano y justo porque la idea de participar en el hecho de hacer justicia provoca una sensación de placer inigualable. Y ese placer se pudo experimentar el pasado 11 de junio en las Ventas cuando usted, Andrés Roca Rey, tras una provocadora manifestación de bullyng procedente del tendido 7, dirigió su mirada hacia el lugar de donde venía esa voz inoportuna e ignorante y levantando la espada de un modo desafiante y abrumadoramente autoritario, logró lo nunca visto. En ese momento, quienes eran testigos de

la torpeza pronunciada por el mal educado en cuestión y comprobaban cómo usted se estaba jugando la vida entre los pitones de un ejemplar de Victoriano del Río bravo pero muy complicado, alzaron la voz al grito de “torero, torero” y se posicionaron por fin a favor del poder del líder, del héroe que vestido de grana y azabache rendía honores a quien dejó su vida en el ruedo hace ya 38 años y no tuvo tiempo de escuchar ese grito despiadado de “fuera de cacho. Y es que este tipo de comportamientos suele ser propio de seres mediocres sin capacidad para disfrutar, personas a las que les cuesta sonreír, apasionarse y van a los toros a examinar a los toreros olvidándose de lo que realmente es la esencia del espectáculo: la emoción. Tan sencillo como esto.

Hasta el 11 de junio, la afición de las Ventas guardaba silencio porque es reflejo de una sociedad comodona y poco valiente que evita enfrentarse a las injusticias y apuesta por callar antes de gritar “basta ya”. Y así nos va…

La tauromaquia es ejemplo y reflejo de valores como el compañerismo, la educación, la entrega, el esfuerzo, sacrificio y sobre todo …. el respeto. Quienes tenemos hijos y somos aficionados a la Fiesta, intentamos inculcar estos valores en la complicadísima tarea de la educación, pero se nos desmorona cuando personajes como el voceras del 11 de junio desparraman su ignorancia sintiéndose en el derecho de ofender. Yo diría que son el primer ejemplo de antitaurinismo.

Por eso, cuando usted, Andrés, se encaró a esa minoría con la gallardía de un espartano, el orgullo por bandera y la VERDAD como símbolo de una entrega jamás vista desde José Tomás, incluso superándola…en ese momento, quienes lo presenciaron en directo y quienes lo vivimos a través de la retransmisión televisiva, recuperamos durante unos instantes muy emotivos la fe en la justicia. Ni qué decir que la euforia colectiva disparó sus decibelios cuando se impuso usted al del 7 y luego al de Victoriano del Rio con las armas del valor y el coraje hasta el punto de desprenderse de la espada como si despreciase al miedo y quisiese decirle al voceras: “¿Y ahora que?. Tras la espeluznante cogida, desconozco si al susodicho se le cayó la cara de vergüenza, aunque ya puestos lo maravilloso hubiera sido que el propio público aprovechase para sacarlo del tendido.

A lo largo de la historia, pocos toreros han sido capaces de encararse a los reventadores con la autoridad que usted lo hizo. Luis Miguel Dominguín fue uno de ellos, Ignacio Sánchez Mejías, puso a varios críticos en su sitio gracias a la superioridad intelectual que atesoraba, infiltrándose como cronista en un conocido periódico; Jaime Ostos desafió con su chulería a algún que otro personaje corrupto de la Fiesta…pero lo que usted hizo el pasado 11 de junio, arrastrando a más de 20.000 almas hacia la pasión y la euforia, dando la vuelta a ese sistema sumiso instaurado en la primera plaza del mundo que hasta ese día no terminaba de posicionarse… eso solamente lo puede hacer un líder de masas con un carisma arrollador y un sentido de la justicia del que no todo el mundo puede presumir.

Así que muchas gracias Andrés, gracias por emocionar, por despertar en los espectadores el impulso de revelarse, gracias por su apabullante entrega y GRACIAS por ser ejemplo de liderazgo para los jóvenes y niños a los que educamos a través de los valores de la tauromaquia y a quienes deseamos transmitir ante todo que el RESPETO y la EDUCACIÓN deben imponerse ante situaciones de acoso y que la rebelión es necesaria si con ella se hace justicia. Si hubiese más hombres y mujeres como usted en esta sociedad, el bullyng no existiría como elemento de desestabilización y maltrato. ¿Por qué? Muy sencillo, porque los líderes positivos que saben lo que es el sacrificio, el esfuerzo y la capacidad para engendrar pasión, prevalecerían por encima de la mediocridad y la ignorancia.

Covadonga Saiz Bernuy

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